Lancôme, una empresa especializada en cosméticos, realizó una encuesta, en asociación con el instituto IPSOS, para comprender cómo les está yendo a las personas pertenecientes a la generación Z.
En particular, los resultados indican que el 47% de las mujeres brasileñas de esta generación prefieren no publicar en internet. La razón es no creer que el contenido producido pueda ser relevante de ninguna manera.
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Más que eso, la investigación indica datos alarmantes, que sugieren que esta misma porción de mujeres puede sufrir el llamado síndrome del impostor.
Es una condición mental en la que las personas deben luchar contra la constante sensación de inseguridad y ansiedad, ya que creen que son un fraude.
Esto les sucede incluso a los influencers y profesionales más exitosos.
Los actores que forman parte del mercado de influencers en el país y las personas que también quieren formar parte de él muestran síntomas del mismo síndrome.
La investigación señala que el 29% de los entrevistados se identifica plenamente con la siguiente afirmación: “Siento que lo que publico no es relevante suficiente cuando veo contenido de personas influyentes famosas”. Cuando el corte se hace directamente sobre la generación Z, este porcentaje salta a 39%.
La investigación sugiere que todo este miedo puede estar relacionado con la percepción de la propia imagen.
Mucho por eso, la mitad de las mujeres afirman usar filtros como los de Tik Tok, que suavizan las marcas de expresión, arrugas u otros rasgos estéticos del cuerpo.
Si la inseguridad está presente en la Generación Z, hay otro dato alentador. El 85% de los encuestados dice que las figuras femeninas tienen autonomía y respeto en el entorno digital.
Esto indica que las influencers crearon un dominio femenino capaz de extenderse a la sociedad fuera de internet.
Los datos de la encuesta también refuerzan la necesidad de una sana distancia con el universo digital, ya que la generación Z es la más marcada por la presencia de internet en la vida cotidiana.
Paralelamente a esto, cada vez más investigaciones, como la que citábamos, señalan que los individuos de esta generación son los “campeones” en presentar trastornos de ansiedad y depresión.