O carnaval Es una fecha conmemorativa muy famosa en Brasil. En esta fecha, personas de diversas regiones del país se reúnen para celebrar y disfrutar los cinco días de jolgorio.
Debemos tener en cuenta que estas festividades llevan marcas históricas y culturales del pueblo brasileño.
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Considerando estos aspectos, véanse a continuación tres ejemplos de actividades sobre esta fecha que se puede trabajar en la educación básica.
Actividad 1
Clarice Lispector fue una escritora de la generación del 45 que construyó prosa y poesía introspectivas, llenas de corrientes de conciencia y epifanía. Lispector también se centró con frecuencia en las experiencias femeninas y familiares.
Teniendo en cuenta estos aspectos, lea e interprete la crónica Restos do Carnaval de Clarice Lispector. Luego discutir los puntos principales de la crónica en clase.
No, no de este último carnaval. Pero no sé por qué éste me transportó a mi infancia ya los Miércoles de Ceniza en las calles muertas donde revoloteaban restos de serpentina y confeti. Uno que otro santo con un velo cubriéndole la cabeza iba a la iglesia, cruzando la calle muy vacía que sigue al Carnaval. Hasta el próximo año. Y cuando se acercaba la fiesta, ¿cómo explicar la agitación interior que se apoderó de mí? Como si el mundo finalmente se hubiera abierto de un capullo que era una gran rosa escarlata. Como si las calles y plazas de Recife finalmente explicaran para qué fueron hechas. Como si voces humanas cantasen por fin la capacidad de placer que estaba secreta en mí. El carnaval era mío, mío.
Sin embargo, en realidad, participé poco en ello. Nunca había estado en un baile de niños, nunca me había disfrazado. En cambio, me dejaron quedarme hasta cerca de las 11 de la noche al pie de la escalera del adosado donde vivíamos, viendo con ansias cómo los demás se divertían. Dos cosas preciosas que ganaría entonces y las guardaría con avaricia para que me duraran los tres días: un lanzador de perfume y una bolsa de confeti. Oh, se está poniendo difícil escribir. Porque siento lo oscuro que estará mi corazón cuando me dé cuenta de que, aun añadiendo tan poco a la alegría, tenía tanta sed que casi nada ya me hacía una niña feliz.
¿Y las máscaras? Tenía miedo, pero era un miedo vital y necesario porque respondía a mi más profunda sospecha de que el rostro humano es también una especie de máscara. En la puerta al pie de la escalera, si un hombre enmascarado me hablara, de repente entraría en contacto indispensable con mi mundo interior, que no solo estaba hecho de duendes y príncipes azules, sino de personas con sus misterio. Incluso mi susto con los enmascarados, porque para mí era fundamental.
No me disfrazaron: en medio de las preocupaciones por mi madre enferma, nadie en casa tenía en mente un carnaval infantil. Pero le pedía a una de mis hermanas que me rizara ese pelo liso mío que tanto disgusto me causaba y luego tenía la vanidad de tener el pelo encrespado al menos tres días al año. En esos tres días, mi hermana todavía accedió a mi intenso sueño de ser una niña, no podía esperar Saliendo de una infancia vulnerable, y pinté mi boca con un lápiz labial muy fuerte, colorete en mis mejillas. caras. Entonces me sentí bonita y femenina, me escapé de mi infancia.
Pero hubo un carnaval diferente a los demás. Tan milagroso que no podía creer que se me hubiera dado tanto, yo que ya había aprendido a pedir poco. Es que la madre de una amiga mía decidió disfrazar a su hija y el nombre del disfraz era Rosa. Para ello había comprado hojas y hojas de papel crepé rosa, con el que, supongo, pretendía imitar los pétalos de una flor. Con la boca abierta, observé cómo la fantasía tomaba forma y se creaba poco a poco. Aunque el papel crepé no se parecía ni remotamente a los pétalos, pensé seriamente que era uno de los disfraces más hermosos que había visto en mi vida.
Fue entonces cuando, por pura casualidad, sucedió lo inesperado: sobró papel crepé, y mucho. Y la madre de mi amigo, tal vez escuchando mi muda súplica, mi muda desesperación envidiosa, o tal vez por pura Dios mío, como había sobrado papel, decidió hacerme un disfraz de rosa también, con lo que quedaba del material. En ese carnaval, por primera vez en mi vida, tendría lo que siempre había querido: iba a ser alguien más que yo.
Incluso los preparativos ya me mareaban de felicidad. Nunca me habia sentido tan ocupada: hasta el ultimo detalle, mi amiga y yo calculábamos todo, debajo del disfraz llevábamos una combinación, porque si llovía y el disfraz se derretía al menos estaríamos de alguna manera vestidas —al pensar en una lluvia que nos dejaría de repente, en nuestro pudor femenino de ocho años, en ropa interior en la calle, nos moriríamos de vergüenza de antemano— pero ¡ay! ¡Dios nos ayudaría! ¡no llovería! En cuanto al hecho de que mi fantasía solo existe por los restos de otro, me tragué con algo de dolor mi orgullo que siempre había sido feroz, y humildemente acepté lo que el destino me dio como limosna. Pero ¿por qué exactamente ese carnaval, el único de fantasía, tenía que ser tan melancólico? El domingo a primera hora de la mañana ya tenía el pelo rizado para que aguantase bien el frizz hasta la tarde.
Pero los minutos no pasaban, con tanta ansiedad. ¡Finalmente, finalmente! Llegaron las tres: con cuidado de no romper el papel, me vestí de rosa.
Muchas cosas que me pasaron mucho peores que estas, ya las he perdonado. Sin embargo, este ni siquiera puedo entenderlo ahora: ¿el juego de dados de un destino irracional? Es despiadado. Cuando estaba vestida con papel crepé, toda arreglada, todavía con el pelo en rulos y todavía sin lápiz labial ni colorete, mi madre de repente mi salud se deterioró mucho, se armó un alboroto repentino en casa y me mandaron rápido a comprar unas medicinas al farmacia. Salí a correr vestida de rosa, pero el rostro aún desnudo no tenía la máscara de niña que cubriría mis ojos. la vida infantil expuesta— corrí, corrí, perplejo, asombrado, entre serpentinas, confeti y gritos de carnaval. La alegría de los demás me asombró.
Cuando horas después el ambiente en casa se calmó, mi hermana me peinó y me pintó. Pero algo había muerto en mí. Y, como en los cuentos que había leído sobre hadas que encantaban y desencantaban a la gente, me había desencantado; ya no era una rosa, volvía a ser una niña sencilla. Bajé a la calle y allí parado no era una flor, era un payaso pensativo de labios rojos. En mi hambre de sentir éxtasis, a veces empezaba a alegrarme, pero con remordimiento recordaba el grave estado de mi madre y de nuevo moría.
Solo unas horas después llegó la salvación. Y si rápidamente me aferré a ella, es porque necesitaba salvarme mucho. Un niño de unos doce años, que para mí significaba un niño, este niño muy guapo se detuvo frente a mí y, en una mezcla de afecto, espesura, jovialidad y sensualidad, cubrieron de confeti mi ya lacio cabello: por un momento estuvimos uno frente al otro, sonriendo, sin hablar. Y luego, una pequeña mujer de ocho años, pensé por el resto de la noche que alguien finalmente me había reconocido: yo era de hecho una rosa.
LISPECTOR, Clarisa. Alegría clandestina. Río de Janeiro: Rocco, 1998, pág. 25-28
01 – En la crónica anterior podemos observar características de la estilística de Clarice Lispector. Resalta las principales características de la escritura de Lispector con ejemplos de la crónica.
02 – La epifanía es una inmersión en la corriente de la conciencia, en la que el personaje comienza a ver el mundo y a sí mismo de una manera diferente. Es como si hubiera tenido, en efecto, una revelación y, a partir de ella, empezó a tener una perspectiva más profunda de la vida y de las relaciones humanas. Este proceso da lugar a quebrantamientos de valores y cuestionamientos. Resalta la parte de la crónica en la que el protagonista sufre una epifanía.
03 – Señale el clímax, el momento más alto y sorprendente de la crónica.
04 – ¿Por qué el personaje le tenía miedo a las máscaras?
05 – Podemos decir que el personaje tiene una perspectiva racista, teniendo en cuenta el siguiente fragmento “Le pedí a una de mis hermanas que rizándome ese pelo liso mío que tanto disgusto me causaba y luego tuve la vanidad de tener el pelo encrespado durante al menos tres días a la semana año."?
06 – ¿Por qué dice el personaje que hubo un carnaval diferente a los demás?
07 – ¿Cómo se sintió el personaje cuando ganó el disfraz de carnaval?
08 – Al final de la lectura de la crónica, ¿podemos decir que el personaje realmente logró disfrutar del carnaval?
01 – Características presentes en la crónica: flujo de conciencia, ruptura espacio-temporal, mezcla de presente y pasado, epifanía, intimidad.
02 – Momento epifánico: cuando se encuentra con un chico y le cubre el pelo con confeti.
03 – Climax: cuando la salud de la madre del protagonista se deteriora.
04 – Las máscaras te traen profundas reflexiones sobre la falsedad de las relaciones humanas.
05 – Sí, es una perspectiva racista.
06 – Su carnaval fue diferente a los demás porque recibió un disfraz de “Rosa” de la madre de una amiga.
07 – La protagonista se sintió avergonzada, humillada cuando ganó el disfraz.
08 – Sí. Obtuvo todo lo que siempre quiso: sentirse como alguien más. Con eso, se puede concluir que aprovechó el carnaval.
Actividad 2
A fábula es un excelente texto para trabajar nuestra imaginación y recursos imaginativos. Este género explora el mundo lúdico y fantástico, además de exponer siempre una moraleja.
Lee a continuación la fábula El Carnaval de la Tortuga de Valmir Ayala. Luego responda las preguntas y discuta los puntos principales en clase.
01 – ¿Cuál es el género textual de este texto?
02 – ¿Cuáles son los personajes principales?
03 – ¿Cuál es el tema del texto?
04 – ¿Cuál fue la reacción de cada animal que perdió su disfraz?
05 – ¿La tortuga esperaba la reacción del mono?
06 – ¿Cuál es la moraleja de esta fábula?
01 – Fábula
02 – Jabuti, mono, zorro, rey y león.
03 – El texto aborda metafóricamente el uso de máscaras sociales.
04 – Los animales estaban desesperados.
05 – Sí.
06 – El mensaje principal es que el uso de máscaras sociales quita naturalidad a las personas y siempre puede causar molestias.
Actividad 3
Una narrativa atractiva es capaz de llevar al lector a un mundo lúdico y fantástico. La fábula tiene esta característica. Este género nos arrulla con sus personajes caricaturizados y sus extravagantes historias, que pretenden transmitirnos una moraleja.
Teniendo en cuenta estos aspectos, lea el texto de Doña Filósofa y la escoba de piassava – un fábula de carnaval por Emilia María M. de Morais y responde a las preguntas. Luego discuta los puntos principales en clase.
Sábado por la mañana durante el Carnaval, en una antigua casona, no lejos de Igreja do Monte, en Olinda.
Un transeúnte andrajoso anuncia en medio de la calle:
– ¿Quién quiere comprar escoba piassava para dejar la casa muy limpia después de la juerga?
Doña Filósofa se dirige a la ventana del adosado:
- El señor. ¿No tendrías una escoba voladora? ¡Necesito uno para completar mi disfraz de Platonics perplejos!
– ¿Quiere decir que quiere volar a las trascendencias? Pero, ¿a qué nivel pretendes llegar, el de las entidades matemáticas, el de las Formas ideales, o realmente pretendes contemplar el Bien mismo?
– Y el Sr. ¿Podrías conseguirme una escoba para vuelos tan altos?
– Sólo depende de vuestras reservas de pan espiritual y vino del alma.
– Oh, señor, lo siento mucho, pero mi horno y mi bodega están casi vacíos…
– Antes de que lo fueran, mi querida señorita filósofa; en verdad, están llenos, llenos de sus apetitos y de su pereza.
– Bueno, diablos, ¿qué puedo hacer contra mi hambre y cansancio?
“Nada, señora, nada. La cuestión es ésta: aprende a querer ya actuar como si nada, ¡simplemente nada!
– ¿Y qué respuesta a mis deseos?
– Bueno, diablos, ahora digo, querida, ¿estás sorda? ¡Nada, nada en absoluto, y sobre todo no atreverse siquiera a tratar de escapar del estado de desear! ¿No te han enseñado tus estudios que ese es el estigma de la condición humana? ¿No aprendió, después de tantos años, una lección tan elemental?
– ¿Cómo es posible, entonces, desear sin llenar mis deseos con objetos?
- Con más coraje y humildad aprenderías. ¡Él comprendería que no está en su poder saber qué vino y qué pan debe comer! Y, en ese caso, sólo le quedaría desear, no desear nada, en vano... Desear con intensidad, pensar bien, operar con diligencia, pero sin enredarse en ningún objeto u objetivo. Recuerda las palabras de Padre: hágase tu voluntad… ¿Acaso pretendes saber cuál es la voluntad que proviene de las trascendencias? ¿No has vivido tantas veces la experiencia del desencanto, aun cuando creías saber lo que más te convenía? No tratéis, pues, señora mía, de saciar vuestra hambre con todas las pretensiones de vuestra imaginación. Limítate a reconocerlo y, créeme, esto no sería poco, sería el umbral de la plenitud posible...
- El señor. ¿Sabes si existe algún Fondo de Reserva Espiritual (una especie de reverso del FMI) que permita acceso a algún crédito sobrenatural, algún préstamo de esa sabiduría, sin interés existencial o de otro tipo. cargos?
– ¿Quieres más crédito que la Vida misma – la posibilidad de poder contemplar el Sol y empezar de nuevo cada día?
Antes que nada, tienes que aprender que las mejores escobas no son para recoger o acumular; se utilizan para la limpieza y el vaciado. Por ahora, señorita filósofa, lo mejor es que empiece a aprender la lección más sencilla y eficaz con esta colorida escoba de piassava. También te servirá para complementar la fantasía de tu disfraz. Conténtate con eso; cuídate mucho y juega un alegre carnaval; no despreciéis, sin conocimiento de causa y sin la debida iniciación, los colores y luces de este mundo a vuestro alcance. El año que viene, quién sabe… Siempre estoy de paso por las calles como las mejores y más antiguas cuadras de jolgorio…
Emilia María M. por Morais. Doña Filósofa y la escoba piassava – una fábula de Carnaval.
01 – ¿Cuál era el objetivo principal de doña Filósofa justo al comienzo del texto?
02 – Al enterarse del objetivo de doña Filósofa, ¿qué le dijo el andrajoso transeúnte?
03 – Doña Filósofa le dice al andrajoso transeúnte que ella no tiene reveses espirituales, sólo tiene hornos y bodegas vacías. En su opinión, al hacer esta afirmación, ¿Doña Filósofa personifica el materialismo, la futilidad y el vaciamiento de las relaciones humanas? Justifique su respuesta.
04 – ¿Cuál es el resultado de esta narración?
05 – ¿Cuál es la moraleja de la historia?
01 – Doña Filósofa quería una escoba voladora para complementar su disfraz de carnaval.
02 – La transeúnte harapienta dijo que para lograr el objetivo expresado por el ansiado disfraz de carnaval, tendría que adquirir reservas espirituales.
03 – Sí, Doña Filósofa representa a los seres humanos que no ven más allá del mundo físico.
04 – La narración termina con el andrajoso transeúnte diciéndole a doña Filósofa que es necesario “aprender que las mejores escobas no sirven para recoger ni para acumular; sirven para limpiar y vaciar.”
05 – La narración pretende reflexionar sobre la condición humana y pretende decir que es necesario tener en cuenta los orígenes de los saberes y de los problemas.
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