La política de reajuste de la salario mínimo debe ser revisado y el subsidio salarial difunto, para reequilibrar las cuentas del gobierno después de la aprobación de la Reforma del Seguro Social. Las sugerencias están contenidas en un documento del Ministerio de Hacienda con un panorama de la gestión actual y recomendaciones para el próximo gobierno, disponible en el sitio web de la carpeta.
La carpeta también recomienda controlar el gasto público, con la reducción de privilegios e incentivos fiscales para sectores de la economía, revisar el gasto en servicio civil y dirigir los beneficios sociales a los más pobres para reducir la desigualdad. Según el documento, el salario mínimo, cuya política de reajuste será sustituida en 2020, debe ser compatible con los salarios del sector privado y el endurecimiento de las cuentas públicas.
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Desde 2011 el salario mínimo se reajusta en base a la inflación de los 12 meses anteriores por el Índice Nacional de Precios Consumo (INPC), más la variación del Producto Interno Bruto (PIB, suma de bienes y servicios producidos en los poais) de dos años antes. Si el resultado del PIB es negativo, la corrección se realiza únicamente por el índice de inflación. Esta política permanecerá vigente hasta 2019, siendo reemplazada al año siguiente.
Según el Ministerio de Hacienda, cada aumento de R$ 1 en el salario mínimo aumenta el gasto del Sindicato en R$ 304 millones. El impacto de la mayor parte de estos gastos proviene del reajuste del piso pagado por la Seguridad Social. La nueva política para el cálculo del mínimo deberá ser remitida por el futuro gobierno hasta el 15 de abril, cuando se presentará el proyecto de Ley de Directrices Presupuestarias (LDO) 2020.
En cuanto al bono salarial, Hacienda recomendó la extinción del beneficio por entender que no atiende a la población en extrema pobreza, sino únicamente a los empleados con contrato formal.
Previsto consumir R$ 19,2 mil millones el próximo año, el subsidio se paga a los trabajadores que ganan hasta dos salarios mínimos con contrato formal, siempre que haya trabajado al menos 30 días en el año base de cómputo y tenga una tarjeta de trabajo de al menos cinco años. El valor varía de R$ 80, para quien trabajó sólo 30 días, a un salario mínimo (R$ 954), para quien trabajó 12 meses en el año anterior.
Para aumentar la eficiencia del gasto social, el Ministerio de Hacienda, que se transformará en el Ministerio de Economía en enero, recomendó medidas adicionales, en que también incluyen la revisión del Beneficio de Prestación Continuada (BPC), otorgado a los adultos mayores y personas con discapacidad, el traslado de la jubilación rural de Pensión por asistencia social y cambios en el régimen de seguridad social de los militares, con posible recaudación de aportes sobre pensiones y ganancias militares inactivo.
Para Hacienda, el BPC, que paga un salario mínimo a los discapacitados y mayores de 65 años, es menos efectivo que Bolsa Família en la reducción de la pobreza y tiene un alto nivel de judicialización (frecuentemente cuestionado en los tribunales).
El presupuesto del próximo año reserva R$ 59,2 mil millones para el BPC, que serán pagados a 4,9 millones de beneficiarios. Mientras que la Bolsa Família, que paga un monto fijo por dependiente y es inferior al salario mínimo, destinará R$ 29,5 mil millones a 13,6 millones de familias.
Según Hacienda, Bolsa Família es el programa más efectivo para reducir la pobreza porque el 44,3% de los recursos se destinan al 20% más pobre de la población. La Seguridad Social va en sentido contrario: el 40,6% de las prestaciones pagadas van al 20% más rico, frente a sólo el 3,3% de los recursos para el 20% más pobre.
Finalmente, Hacienda propone reformar el Fondo de Indemnización por Cesantías (FGTS), con el fin de utilizar los recursos del fondo para financiar parcialmente el seguro de cesantía y aumentar la rentabilidad de las cuentas, que actualmente pagan 3% más Tasa Referencial al año, más participación en ganancias
La carpeta también sugiere la extinción del Fondo de Inversión FGTS (FI-FGTS), que financia proyectos seleccionados por el gobierno y ha sido foco de corrupción en los últimos años, pues entiende que la asignación gratuita de recursos es más eficiente. La información es de Agência Brasil.