Muchas personas han desarrollado el hábito de recoger objetos de diversa naturaleza, desde libros y sellos hasta monedas y juguetes. Para algunos, la búsqueda de estos elementos nace del deseo de tener un trozo de historia en sus manos, pero en otros casos la motivación es otra.
Ese es el tema de una investigación reciente que cuestionó por qué la gente colecciona cosas. El resultado del estudio sugiere que la razón principal es la soledad. Ver más detalles.
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Nunca antes se había visto tanta soledad entre los seres humanos, aunque irónicamente estamos en medio de un mundo tecnológico lleno de herramientas creadas para unir a las personas. Pero lo que hemos visto es bastante diferente: un mundo de individuos cada vez más aislados de sus pares.
En este contexto, un estudio 2018 indicó que un hábito común entre los seres humanos que están en la búsqueda de paliar los efectos de la soledad es el consumismo. Los investigadores sugirieron que las personas que se sienten solas traten de reducir el síntoma de aislamiento comprando productos, incluso coleccionando algunos de ellos.
El estudio también explicó que las personas percibidas como solitarias tienden a dar a los objetos características humanas, como si pudieran servir como compañía. Este comportamiento demuestra que existe un deseo de encontrar a alguien con quien interactuar, incluso si esta interacción es meramente imaginaria.
Mientras más y más personas se sienten solas, se multiplican los anuncios y anuncios de diferentes tipos de productos que tienen como objetivo traer satisfacción personal. Los responsables de la investigación creen que el capitalismo ya ha asimilado que la gente quiere paliar los síntomas de la soledad adquiriendo objetos.
Ante esta situación, nos encontramos ante el crecimiento de fechas conmemorativas puntuales al consumo, como el Black Friday. Sin embargo, los estudios indican que lo más necesario en este momento histórico es el contacto con otras personas, es decir, mantener amistades y otro tipo de relaciones.
Aunque la tarea es bastante ardua, especialmente en tiempos de avance tecnológico, hay que recordar que ningún objeto puede reemplazar el contacto humano.
