Un retrato mohoso de la mala gestión (y apropiación indebida) de los recursos públicos, Brasil ahora tiene más de 1.200 guarderías y los preescolares se detuvieron, expulsando de la educación a más de 2,5 millones de niños, en el rango de dos a tres años, la mayoría, necesitado.
Esta triste conclusión es parte de la encuesta realizada por investigadores de la Fundación Getúlio Vargas (FGV), cuando también señalan que sólo el 30% de los niños de hasta tres años estaban matriculados en el país, nivel insuficiente para las necesidades del segmento, pero aún superior al 13% presentado en 2010.
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Al comentar estos resultados, la economista del Instituto Brasileño de Economía de la Fundación Getúlio Vargas (Ibre/FGV), Janaína Feijó, recuerda que “el plan nacional estipulaba que los municipios y estados debían tener el 50% de los niños de cero a tres años en la escuela. Actualmente, parte de los estados y municipios están lejos de estas metas establecidas, en particular los estados de las regiones Norte y Nordeste”.
Sin embargo, es del sureste de donde viene un ejemplo clásico de exclusión social. En Itapevi, en la región metropolitana de São Paulo, cuatro madres que viven en la misma calle enfrentan las dificultades de encontrar lugares para sus hijos pequeños.
Sin haber podido internar a ninguno de sus cuatro hijos en la guardería, la ayudante de cocina Beatriz Cavalcanti dice que el mayor de ellos apenas logró llegar al jardín de infantes. “El maestro dijo que llega muy tarde, porque no tenía contacto con la escuela. Está en pre 2 y no sabe nada. Ahora se está aprendiendo la letra. Llega muy tarde”, repite.
Las hermanas Andressa, Jersica, Beatriz y Talita enfrentan una situación similar, impedidas de asistir a la escuela municipal ubicada casi frente a la casa donde viven, ya que la unidad didáctica solo atiende a niños a partir de los cuatro años edad. Al contactar con las tres guarderías ubicadas en un radio de un kilómetro de los hogares infantiles citado, el reportaje en el sitio web del Jornal Floripa recibió una respuesta lacónica y repetitiva: no hay vacantes disponible.
Otro ejemplo viene de Teresina (PI), donde, desde hace ocho años, la comunidad espera la finalización del centro municipal de educación infantil. Otra madre frustrada por la falta de compromiso público, Rosilene confiesa haber soñado con su hijo, que ya estudiaba en la institución.
En construcción desde 2021, el centro de educación inicial del Distrito Federal (con capacidad para 396 niños, en dos turnos) tampoco tiene pronóstico de finalización. Síntoma del descuido oficial, el cartel del Gobierno del Distrito Federal (GDF), que exhibía la fecha límite para la entrega del inmueble -el 14 de mayo del año pasado- fue convenientemente tapado.
Sobre la atávica precariedad de la situación preescolar nacional, el economista del Ibre/FGV concluye: “sabemos que en Brasil hay un gran desafío cual es la calidad de esta escuela que pasa por reclutar profesionales de calidad y mantener la estructura y tambien hacer este trabajo estructura. Entonces sabemos que la creación de una guardería es solo el primer paso de un largo camino que Brasil debe afrontar”.