Un menor nivel de educación se asocia con una mayor desigualdad de ingresos. Así lo señala el estudio realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Un informe difundido por la institución con sede en París también denuncia que más de la mitad de los brasileños con edades comprendidas entre los 25 y los 64 años no tienen bachillerato.
Con derecho "Una mirada a la educación”, el estudio analizó los índices educativos en 46 países del mundo. Brasil tiene el 52% de personas en el grupo de edad indicado que no alcanzó el nivel promedio, detrás de México y Costa Rica con 62% y 60%, respectivamente. Logramos entender la gravedad de la situación si nos comparamos con los países vecinos.
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En Chile, Argentina y Colombia, el porcentaje de personas entre 25 y 64 años que no terminaron la secundaria es del 35%, 39% y 46%, respectivamente. Ante tales resultados, la OCDE reflexiona sobre las consecuencias que enfrentan quienes tienen que abandonar la escuela incluso antes de llegar a la universidad.
Según el informe, la Educación Secundaria dejó de ser un vehículo de ascenso social y pasó a ser el mínimo exigido para la vida moderna. Por lo tanto, alguien que no lo haya completado puede enfrentar dificultades en el mercado laboral, incluso recibir salarios más bajos.
Otro posible problema es el deterioro cognitivo -"memoria, motricidad, atención, entre otros- muy por debajo de las personas que tienen esta formación", advierte el estudio. El problema es que la Educación Secundaria no fue el único problema en Brasil destacado por la encuesta de la Organización.
Las cifras muestran que un número relativamente bajo de adolescentes mayores de 14 años están matriculados en las escuelas. Del total de jóvenes entre 15 y 19 años, el 69% se encuentra estudiando mientras que en el grupo de 20 a 24 años el índice baja al 29%. En los países de la organización, el promedio es de 85% y 42%.
Se equivocan quienes piensan que las estadísticas de la educación superior en Brasil son más alentadoras. El informe señala la existencia de desigualdades regionales en el acceso a las universidades en el país. El promedio es de 17% de jóvenes entre 24 y 34 años que llegaron a graduarse. En Maranhão, por ejemplo, el índice es del 8% mientras que Brasilia alcanza el 33%.
A pesar de las inversiones del PIB en educación, el país todavía tiene una de las tasas más bajas entre organización y países socios, además de ser la más baja de las naciones latinoamericanas con datos disponible. Incluso frente a algunas mejoras, existe una disparidad en el gasto en estudiantes de educación básica y superior.
Según el informe, “garantizar que las personas tengan la oportunidad de alcanzar niveles adecuados de educación es un desafío crítico”. Para que haya una transición efectiva entre la educación y el mercado laboral, los sistemas educativos deben garantizar que las personas tengan las habilidades profesionales requeridas.