Desde la apariencia física hasta la voz, muchos rasgos que adquirimos son legados genéticos de nuestros padres. Sin embargo, hay más que sólo genética en juego cuando se trata de la influencias de los padres.
Las decisiones que toman los padres también tienen el poder de moldear aspectos de nuestra personalidad. Un ejemplo notable de esto es la tendencia a la ansiedad, que se remonta a las decisiones que tomaron nuestros padres.
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En 2015, un estudio de gran importancia siguió una muestra de 900 gemelos fraternos e idénticos que, a su vez, se convirtieron en padres.
Los resultados revelaron algo intrigante: los niños tendían a compartir más similitudes con sus propios padres que con las hermanas de sus padres.
El hallazgo señaló la notable influencia de las elecciones y decisiones de los padres en la configuración de los rasgos de sus hijos.
Para investigar y respaldar la hipótesis de que la ansiedad no es simplemente un rasgo genético, los investigadores adoptaron un enfoque meticuloso.
Compararon los niveles de ansiedad entre las dos hermanas y sus hijos, buscando discernir si hubo una revelación directa.
La suposición que subyace a este análisis es que, idealmente, un niño debería mostrar niveles similares de ansiedad tanto ante sus padres como ante sus compañeros idénticos. Esto se justifica por el hecho de que el niño comparte la misma cantidad de material genético con ambos.
En otras palabras, el escenario esperado sería que el niño refleje la cantidad de ansiedad presente en el padre y también en el gemelo idéntico a ese padre, ya que el ADN compartido es equivalente entre estos tres partes.
Al comparar las respuestas de dos madres y la ansiedad de sus hijos, la investigación buscó discernir si los patrones observados podrían ser atribuido principalmente a la genética o si otras influencias, como el medio ambiente o las decisiones de los padres, desempeñaron un papel significativo.
Este hallazgo arroja luz sobre un aspecto intrigante: ¿qué están haciendo exactamente los padres para contribuir a la propensión a la ansiedad de sus hijos?
La respuesta puede estar en las dinámicas emocionales que se dan en el entorno familiar. Los niños son muy perceptivos y sensibles a las emociones y comportamientos de sus padres.
El estudio señala otras formas en las que la ansiedad puede transmitirse entre padres e hijos, y viceversa.
Una de esas formas implica la notable capacidad de los niños para captar los miedos y preocupaciones de sus padres, ya sea observando sus acciones o escuchando sus palabras.
Este proceso puede desencadenar un efecto cascada, en el que los niños internalizan estos miedos y preocupaciones y comienzan a desarrollar sus propias ansiedades.
Además, el estudio identifica otro factor que contribuye a la transmisión de ansiedad de padres a hijos, conocido como "conductas parentales negativas".
Básicamente, esto ocurre cuando los padres ocultan o protegen intencionalmente información del niño, a menudo relacionada con cosas que los propios padres tienen.
Este comportamiento puede crear un ambiente de incertidumbre e inseguridad en el niño, llevándolo a adoptar patrones de ansiedad como respuesta a esta falta de transparencia.
El hallazgo resalta la complejidad de las interacciones entre padres e hijos cuando se trata de ansiedad. Reforzan la noción de que las experiencias emocionales de los padres, así como sus acciones y palabras, tienen un impacto directo en las emociones y comportamientos de los niños.
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