¿Alguna vez te has encontrado en una encrucijada, pensando qué camino tomar, pero paralizado por la incertidumbre? En el volátil mundo actual, tomar decisiones puede parecer una tarea cada vez más complicada.
La buena noticia es que la sabiduría del pasado nos ofrece herramientas sorprendentes que todavía se aplican en el mundo actual, como “La paradoja de Salomón“.
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Para los no iniciados, se trata de un fenómeno psicológico en el que las personas suelen pensar de forma más objetiva y clara sobre los problemas de los demás que sobre los propios.
En definitiva, es más fácil ser”inteligente”cuando estás aconsejando a otra persona que cuando estás reflexionando sobre tus propias preocupaciones. Salomón, el legendario rey de Israel conocido por su inmensa sabiduría, es la inspiración detrás de este concepto.
Pero, ¿cómo podemos aplicar esta paradoja a nuestras vidas para tomar mejores decisiones? ¡Aquí tienes algunos consejos!
Cuando te enfrentes a un dilema, empieza por intentar verte a ti mismo como un observador externo. Pregúntese: "¿Qué le aconsejaría a un amigo que hiciera en esta situación?" Esto puede ayudarle a aclarar su mente y permitirle ver sus opciones de manera más objetiva.
Pon tus pensamientos en papel. Escribir sobre un problema como si se lo estuviera describiendo a otra persona puede proporcionar una nueva perspectiva.
Al distanciarse emocionalmente, es posible que pueda ver soluciones que antes estaban ocultas.
Imagine que es un consultor contratado para resolver el problema. ¿Qué sugieres? Este enfoque de “tercera persona” le permite abordar la situación sin el peso de las emociones y consecuencias personales.
(Imagen: divulgación)
A veces todo lo que necesitamos es un oído que escuche. Hablar con alguien sobre lo que estás pasando puede ser una excelente manera de escuchar la perspectiva de otra persona y también de organizar tus propios pensamientos.
Además, explicar su problema a otra persona puede darle claridad sobre lo que realmente está en juego.
Dedica algo de tiempo a la introspección. Al meditar, intentamos observar nuestros pensamientos y emociones sin juzgar, como si fuéramos un tercero observador. Esta práctica puede contribuir a una mentalidad más “salomónica” a la hora de tomar decisiones.
Una parte importante de la “paradoja de Salomón” es reconocer que debido a que somos menos emocionales cuando pensamos en los problemas de otras personas, tendemos a considerar las consecuencias a largo plazo.
Al tomar una decisión, considere el futuro y no sólo la gratificación inmediata.
Por último, pero no menos importante, confía en tu capacidad de elegir. Muchas veces la respuesta ya está dentro de nosotros, sólo necesitamos un poco de ayuda para verla.
Al final, la “paradoja de Salomón” no es sólo una herramienta para tomar decisiones, es una invitación a la autorreflexión y al crecimiento personal.
La próxima vez que te encuentres en una encrucijada, recuerda al rey Salomón y trata de distanciarte un poco. Es posible que se sorprenda de la sabiduría que descubra.