En una investigación pionera, científicos del Dartmouth College se asociaron con Claudio Vieira, un brasileño que vive en Monte Santo, en el interior de Bahía, y enfrenta una rara condición conocida como Artrogriposis Múltipla Congénita (AMC).
En este proyecto único, Claudinho (como se le conoce cariñosamente) se convirtió en la clave para descubrir los secretos de nuestra cerebro cuando se trata de identificar rostros humanos.
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Su inspirada historia y su colaboración con investigadores han ofrecido información valiosa sobre cómo nuestros cerebros se adaptan y procesan la información visual en situaciones experimentales.
Claudio enfrentó varios desafíos, ya que recibió un pronóstico médico que le daba solo 24 horas de vida. Nació con las piernas atrofiadas, los brazos fusionados al pecho y la cabeza vuelta hacia atrás en un ángulo de 180°.
(Imagen: Reproducción/Archivo personal)
La comunidad científica ya era consciente de que el reconocimiento facial se convertía en una tarea más compleja cuando la cara giraba 180°, pero planteó una pregunta intrigante sobre la capacidad.
Los investigadores se preguntaron: ¿Fue esto el resultado de adaptaciones evolutivas o simplemente porque la mayoría de nosotros interactuamos con personas en posiciones erguidas?
El estudio comenzó en 2015 y continuó hasta 2019, un período de cuatro años en el que el Los investigadores evaluaron meticulosamente la capacidad de Claudio para detectar y considerar rostros en posiciones. invertido.
Los resultados revelaron algo verdaderamente sorprendente: Claudio demostró una notable precisión en el manejo con la detección de caras invertidas y al realizar juicios relacionados con el “efecto Thatcher” (cara invertido).
Un hallazgo interesante fue que, en lo que respecta a la identificación facial, como sucedió con Cláudio, ésta fue similar a los individuos del grupo de control.
Esto es algo particularmente intrigante, ya que contrasta con el “efecto Thatcher”, un fenómeno que ocurre cuando es difícil percibir cambios locales en un rostro, si está en Cabeza abajo.
Por otro lado, estos mismos cambios serían evidentes cuando la cara estuviera en su posición erguida habitual.
El estudio sugiere que nuestra capacidad para considerar rostros en posición erguida es una interacción compleja entre los mecanismos evolutivos y la experiencia.
Claudio, debido a su amplia experiencia con caras erguidas, no demostró habilidad superior para notar caras invertidas en comparación con su capacidad para detectar caras en el vertical.
Esto resalta la importancia de la experiencia en nuestras capacidades de reconocimiento facial, determinadas por la forma en que interactuamos con las personas en entornos cotidianos.
Sin embargo, los científicos confirman que aún queda mucho por explorar y comprender sobre las diferencias entre el reconocimiento facial en posición erguida e invertida.
Además de otros aspectos del juicio facial, incluidas las expresiones, la edad, el género, el atractivo, la dirección de la mirada y la confiabilidad.
El estudio ofrece una visión mejorada de un aspecto específico de la percepción facial, pero hay todo un mundo de matices en cómo nuestro cerebro aparentemente procesa la información.
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