Recientemente, un trilobite prehistórico llamado Bohemolichas incola, que data de hace 465 millones de años, sorprendió a los científicos al revelar que su tracto digestivo aún conserva rastros de su última comida.
El importante descubrimiento, destacado en la revista Nature, llena un vacío crucial en nuestra comprensión de ecología de trilobites y su papel en los ecosistemas durante el período Paleozoico.
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El fósil fue descubierto originalmente en 1908 por Karel Holub y permaneció en el Museo de Rokycany en la República Checa.
(Imagen: reproducción/internet)
El estudio fue dirigido por Petr Kraft de la Universidad Carolina de Praga, quien tenía una conexión personal con el fósil debido a su relación con su abuelo.
En los primeros años del siglo XXI, paleontólogos Se identificaron fragmentos de concha visibles en el cuerpo del trilobites, lo que sugiere la posible presencia de contenidos preservados en su tracto digestivo.
Sin embargo, en aquel momento no había medios disponibles para examinar estos fragmentos sin comprometer la integridad del raro fósil.
(Imagen: reproducción/internet)
Recientemente, los métodos avanzados de tomografía sincrotrón utilizados en Francia han permitido a los científicos capturar imágenes de alta resolución de los fragmentos de concha presentes en el intestino del trilobites, sin causar ningún daño al muestra.
Esto convirtió al trilobite en uno de los primeros fósiles checos sometidos a análisis en el Sincrotrón Europeo (ESRF) en Grenoble, Francia.
El proceso de análisis incluyó la adquisición de imágenes transversales, similares a las tomografías computarizadas. estructuras hospitalarias, seguida de la segmentación manual de las estructuras fósiles, lo que da como resultado la creación de un modelo 3D informativo.
En este sentido, los análisis indicaron que la Bohemolichasincola era un carroñero oportunista que se alimentaba tanto de animales vivos como muertos, incluidos los de caparazón duro.
Su tracto digestivo contenía caparazones calcáreos de invertebrados marinos, como ostrácodos, bivalvos y equinodermos, lo que permitió identificar algunas especies de estos animales.
Además, las cáscaras calcáreas de paredes delgadas no se disolvieron completamente en el tracto digestivo, lo que sugiere que el ambiente intestinal trilobita era probablemente casi neutral o ligeramente alcalino, posiblemente un rasgo ancestral compartido por los artrópodos, incluido el trilobites.
Después de su muerte, el Bohemolichas incola tuvo un destino irónico. Aunque fue un carroñero durante toda su vida, otros pequeños carroñeros lo atacaron después de su muerte.
Sin embargo, estos parásitos decidieron preservar el tracto digestivo del artrópodo, posiblemente al darse cuenta de que todavía contenía enzimas activas.
Como resultado, estos parásitos terminaron atrapados en una estructura sólida que rápidamente se formó alrededor del cuerpo del trilobites en una región poco profunda y fangosa del océano.
(Imagen: reproducción/internet)
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