Durante siglos, el misterio de la formación de planetas desconcertó a la humanidad, desafiando a las mentes más brillantes de diferentes épocas.
Sólo a finales de la década de 1950, en plena Guerra Fría, un matemático soviético trazó el camino hacia una Teoría innovadora que, a pesar del escepticismo inicial, revolucionó nuestra comprensión del surgimiento de los cuerpos. celestial.
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En el pasado, las teorías sobre la formación planetaria oscilaban entre el absurdo y la especulación, pero existía una base de pensamiento que buscaba desentrañar el enigma.
La hipótesis nebular, sugerida por Immanuel Kant en 1755 y posteriormente desarrollada por Pierre-Simon Laplace en 1796, proponía que el Sistema Solar comenzó como una nube de gas y polvo. En el Fuerza de gravedad, esta nube se redujo y se calentó, creando nuestro Sol.
Se creía que los planetas surgían de un disco giratorio de gas y polvo alrededor del Sol. Sin embargo, el proceso exacto de su formación sigue siendo un enigma.
(Imagen: Shutterstock/reproducción)
Pasaron las décadas y el misterio del origen planetario permaneció. Sin embargo, en un contexto de Guerra Fría, un matemático soviético llamado Viktor Safronov, que había recibido entrenamiento militar Durante la Segunda Guerra Mundial y sobresaliendo en física y matemáticas en la Universidad de Moscú, emergió como una figura destacada. determinante.
Safronov fue reclutado por Otto Schmidt en la Academia de Ciencias Soviética. Schmidt, partidario de la hipótesis nebular, tenía un ardiente deseo de descubrir el origen de los planetas. Reconoció el talento técnico de Viktor y lo invitó a investigar.
El matemático se sumergió en cálculos complejos, basados en estadística y ecuaciones de dinámica de fluidos. Partiendo de la suposición de que el Sistema Solar comenzó como el colapso gravitacional de una nube de gas y polvo, Safronov estimó los efectos de innumerables colisiones entre partículas de este disco.
Con meticulosos cálculos y deducciones, se dio cuenta de que, durante estas colisiones, pequeñas partículas se agregaban, creciendo como copos de nieve, hasta convertirse en planetas.
Este concepto, aunque audaz, encaja perfectamente con las observaciones y fenómenos cósmicos. Sin embargo, en ese momento, la comunidad científica soviética miró con escepticismo la teoría de Safronov. Sus cálculos parecían especulativos y carecían de pruebas sólidas.
A pesar del desafío inicial, en 1969, tras una década de arduo estudio, Viktor Safronov publicó su investigación en un modesto folleto que acabó en manos del NASA.
Tres años después, salió a la luz una versión inglesa de su teoría, que abrió nuevos horizontes en la comprensión del origen de los planetas.
Hoy en día, el legado de Viktor Safronov es un testimonio de la importancia de la perseverancia y el pensamiento audaz en la búsqueda del conocimiento.
Su viaje comenzó con el escepticismo y lo desconocido, revelando una parte fundamental del cosmos e iluminando el camino hacia futuros descubrimientos en el vasto universo.