¡En 1582, el mundo perdió diez días! Por extraño que parezca, te resultará muy difícil encontrar un calendario de 1582 que incluya los días comprendidos entre el 5 y el 14 de octubre. Sin embargo, este fenómeno se produjo sólo porque la sociedad no siempre utilizó el modelo de calendario que conocemos hoy.
El calendario gregoriano, con 365 días, fue un modelo creado recién en 1582. Antes de eso, la gente usaba otro patrón de fechas para contar los días.
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Por tanto, el mes de octubre de 1582 tuvo sólo 21 días, pues el Papa Gregorio XIII convocó a un equipo de científicos para corregir un grave problema que se producía en el calendario de la época.
Sin embargo, para comprender los cambios en la marcación de los días, es necesario recordar un poco sobre la medición del tiempo en la Antigüedad.
Básicamente, el primer registro del calendario se realizó en
Luego apareció otro calendario en el Babilonia con 354 días. Hasta que, en el 45 a. C., se estableció el Calendario Juliano en la sociedad romana.
A pesar de ser una marca de tiempo similar a la que conocemos hoy, este calendario era responsable de una gran discrepancia entre las fechas y el año solar.
Imagen: Wikimedia Commons/Aventuras en la Historia/Reproducción
Un año en el Calendario Juliano estaba compuesto por 12 meses con 365 días y 6 horas. El mes de febrero tenía 28 días y los demás meses se dividían en 30 o 31 días. Sin embargo, el año no tiene exactamente 365 días y 6 horas, sino 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos.
Así, el antiguo calendario era 11 minutos y 14 segundos más largo, una duración diferente del tiempo que tarda la Tierra en dar una revolución completa alrededor del Sol.
Con el paso de los años, esta diferencia se fue acumulando y, en 1582, ya superaba los diez días. Pero, ¿cómo influyó este tema del día en la vida de las personas? Bueno, las fechas de las fiestas religiosas no están fijas.
Por ejemplo, la Pascua ocurre el primer domingo después de la primera luna llena que sale poco después del equinoccio de primavera. De esta forma, algunas fechas se determinan según los ciclos del Sol y la Luna. Por ello, fue necesario reorganizar el calendario para que las celebraciones se desarrollaran en las fechas correctas.
Así, el Papa Gregorio XIII reunió a astrónomos, matemáticos y otros científicos para descubrir el cálculo correcto del calendario.
Después de mucho análisis, la nueva marca del calendario se hizo oficial en la bula papal Inter Gravissimas. Éste ordenó la eliminación de días del calendario, hecho que pasó a conocerse como “días que nunca sucedieron”.
Además, el año bisiesto Se adoptó para evitar que el error vuelva a ocurrir. Por lo tanto, el nuevo calendario definió que los años que fueran múltiplos de 100, que no fueran múltiplos de 400, no tendrían 29 de febrero.
El cambio de calendario no fue rápidamente aceptado por la gente y las autoridades de la época. Sin embargo, en el año de la decisión del Papa, al 4 de octubre le siguió el 15 de octubre de 1582.