Uno erupción catastrófica del volcán submarino Hunga Tonga, ocurrido en enero del año pasado, tuvo un impacto devastador en la capa de ozono que protege a la Tierra contra los rayos ultravioleta emitidos por el Sol.
Aunque los científicos ya sospechaban este resultado, un estudio reciente, publicado en la revista Science, confirmó esta preocupante realidad, cruzando mediciones realizadas por satélites y globos.
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(Imagen: divulgación)
La erupción, que se produjo el 15 de enero de 2022, liberó a la estratosfera una cantidad sin precedentes de vapor de agua, estimada en 150 megatones.
Este evento, combinado con la liberación de material y rocas volcánicas, resultó en la destrucción casi inmediata de aproximadamente el 5% de la capa de ozono en la región del Pacífico.
La fuerza de la explosión también provocó olas de 90 metros de altura, nueve veces mayores que el tsunami que devastó Japón en 2011. Esto muestra el poder destructivo de fenómenos como este.
Además, la erupción generó una tormenta que produjo 2.600 rayos por minuto, afectando el funcionamiento de varios satélites y haciéndose visible desde el espacio.
Los investigadores explican que los aerosoles volcánicos, incluido el vapor de agua salada y otros compuestos como el dióxido de carbono de azufre y cenizas, reaccionan químicamente y forman compuestos de cloro, como el monóxido de cloro (ClO), capaces de destruir El capa de ozono.
Las grandes erupciones volcánicas suelen inyectar gases y partículas en la estratosfera, donde reside el ozono, lo que provoca pérdidas de ozono a corto plazo.
Lo que todavía desconcierta a los científicos es la rapidez con la que se produjo esta destrucción en particular. Laura Revell, profesora asociada de la Universidad de Canterbury en Nueva Zelanda, destacó que la velocidad de destrucción desafía la comprensión de la química que ocurre en partículas y gotas.
“La velocidad observada de destrucción de la capa de ozono desafía nuestra comprensión de la química que ocurre en las superficies de estas partículas y gotas”, añadió el investigador.
Se espera que los efectos de la erupción del volcán Hunga Tonga se sigan sintiendo durante algunos años. Por ello, es crucial realizar un seguimiento atmosférico continuo para evaluar, entre otros factores, el riesgo de aumento de la temperatura global hasta que el gas se disipe por completo.