DÍA DEL MAESTRO CRISTIANO
Incluso si cuento todas las historias de la Biblia y canto todas las canciones, pero si no amo a mis alumnos, seré como el diccionario tonto o como la enciclopedia que no siente.
Aunque estoy en la iglesia todos los sábados a tiempo; preparando todas las lecciones y celebrando grandes eventos para los niños, pero si no tengo amor por mis alumnos, no seré nada en mi ministerio ante Dios.
Aunque practico la beneficencia, repartiendo caridad entre los pobres, y aunque me dejo desgastar en los estudios y Trabajo en el departamento de mi Iglesia, pero si no tengo amor por mis alumnos, nada de esto me beneficiará en mi esfuerzo por enseñar.
El maestro cristiano es paciente, amable, no envidioso, trata a los demás a la ligera o se envanece. Cuando hay amor, el maestro cristiano no busca sus propios intereses, no se comporta con indecencia, no se irrita fácilmente, no sospecha mal de su colega, no se queda indiferente al trabajo, pero actuando a favor de los demás, construyendo una sociedad más justa e igualitaria, todo en nombre de la verdad y el amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, el gran maestro.
Es este amor divino el que nos inspira y nos da fuerzas para sufrir todo, creer todo, esperar todo, soportar todo en nuestra misión. Si hay amor, el maestro cristiano siempre será un gran maestro, innovador, participativo, creativo… tendrá la visión de que sin Cristo el mundo nunca conocerá la verdadera paz.
Cuando era niño, entendí que el día del maestro se componía de regalos, rosas, dulces, tarjetas y fiestas. Sin embargo, cuando me convertí en profesor, olvidé estas ideas tan materiales. Entonces llegué a comprender el verdadero valor de ser profesor.
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