Cuando regresé a casa ese día, recordé el dibujo y lo saqué de mi bolsillo. Lo alisé cuidadosamente sobre la mesa de la cocina, fui a mi mochila, agarré un lápiz y miré el gran círculo rojo. Mi mamá estaba preparando la cena, yendo y viniendo de la estufa al fregadero. Quería terminar el dibujo antes de mostrárselo y le dije. Mamá, ¿cómo escribimos…?
- Chico, ¿no ves que estoy ocupado ahora mismo? Ve a jugar afuera. Y no golpees la puerta, fue su respuesta. Doblé el dibujo y lo guardé en mi bolsillo. Esa noche volví a sacar el dibujo del bolsillo. Miré el gran círculo rojo y cogí el lápiz. Quería terminar el dibujo antes de mostrárselo a mi padre. Alisé bien los pliegues y coloqué el dibujo en el piso de la sala, cerca del sillón reclinable de mi padre y dije: