En los días que estamos viviendo, es casi imposible no encontrarse con personas tóxicas en la vida cotidiana.
Y como si tener que aguantar a este tipo de personas en la calle o en el trabajo no fuera suficiente, muchas veces las personas tóxicas son familiares y amigos, con quienes la relación es más estrecha.
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Sin embargo, incluso cuando se trata de personas cercanas, se recomienda tener cuidado con la “toxicidad” de estos individuos.
En los siguientes temas, enumeramos ocho características de las personas tóxicas. ¡Sigue leyendo para descubrir cómo detectar este mal comportamiento en amigos, familiares y personas cercanas a ti!
En general, queremos que nuestros amigos sean siempre honestos con nosotros. Sin embargo, existe una discrepancia sustancial entre la crítica constructiva y la crueldad misma.
¿Tienes un amigo que frecuentemente hace comentarios que te parecen hirientes?
¿Esta persona constantemente encuentra fallas en todas sus acciones?
En ese caso, lamentamos informarle que esa persona puede no ser un verdadero amigo y, sin duda, es alguien de naturaleza tóxica.
Cuando alguien se preocupa genuinamente por tu bienestar, esa persona encontrará formas de darte su opinión sin causarte daño.
Los verdaderos amigos siempre te dirán la verdad con empatía, ya que su intención es ayudarte a crecer como persona, no al revés.
¿Tienes un amigo que constantemente busca sacar ventaja de cada situación? Si es así, esto podría ser una señal de que estás involucrado en una amistad tóxica.
Otra característica de estas personas es el hecho de que hablan en exceso y nunca realmente te escuchan, sin tener en cuenta tus opiniones y sentimientos. Además, se irritan cuando las cosas no salen como quieren.
En estos casos, parece que no tienen un interés genuino en saber cómo estás, creando una dinámica de monólogos, donde habla una sola persona, en lugar de un diálogo sano.
Para empeorar las cosas, pueden hacerte sentir culpable si no aceptas dejar que ellos se encarguen de las cosas.
Por otro lado, todos los amigos tóxicos son extremadamente egocéntricos y siempre se jactan de sus supuestos "grandes" logros.
Todo esto se hace evidente en las conversaciones, donde constantemente redirigen el foco hacia ellos mismos.
Una de las principales características de las personas con las que vale la pena mantener una buena relación es la humildad para aceptar los propios errores.
Estas personas no dudan en bajar la cabeza y admitir públicamente que están equivocados cuando es necesario. Y mejor, siempre buscan arreglar lo que rompieron.
Por otro lado, las personas tóxicas viven culpando a los demás por las tonterías que hacen, sin asumir nunca sus errores.
Para ellos, sus opiniones siempre son correctas y sus decisiones son impecables. El problema siempre está en otra parte.
¡Huye de este tipo de gente!
En las amistades sanas es normal que haya falsos insultos, bromas tontas y otras formas de "ofender cariñosamente" al amigo. Esto es perfectamente normal.
Sin embargo, si vives con una persona que te trata mal de forma gratuita, aclarándote que no es una broma, activa la alerta, porque ese individuo no es un amigo.
Otro indicio de toxicidad proveniente de los “amigos” es el irrespeto a los límites impuestos asociado a la práctica de actitudes que pretenden incomodar al otro.
Los verdaderos amigos no humillan, avergüenzan, insultan ni faltan el respeto a los demás, ni en público ni en privado. ¡Manténganse al tanto!
Las verdaderas amistades se basan en la reciprocidad. Por lo tanto, si te encuentras dando más de lo que recibes de un amigo o familiar, te enfrentas a una señal de toxicidad y una relación unilateral.
Por lo general, este tipo de “amigo” espera que hagas todo por él, pero rara vez le devuelves el gesto.
O bien, solo se comunican con usted o buscan su ayuda cuando tienen un problema, pero rara vez están disponibles cuando los necesita.
¿Conoces a esas personas que constantemente critican los logros de los demás? Pues si tienes un amigo que adopta este comportamiento contigo, es recomendable que trates de alejarte de él.
Mire más de cerca si este supuesto "amigo" se emociona cuando sucede algo positivo en su vida.
Por ejemplo, imagina que estás en una relación sana con tu pareja, pero ocurre un desacuerdo. ¿Este amigo usa la situación como una oportunidad para socavar su relación?
Si esta persona no pasa pruebas similares, es posible que estés involucrado en una amistad tóxica. Después de todo, un verdadero amigo compartirá todas tus emociones.
Es posible que las verdaderas almas gemelas no estén presentes en todos tus mejores momentos, pero siempre encontrarán la manera de honrarte.
Del mismo modo, no se apartarán de ti cuando las circunstancias se vuelvan desafiantes.
Desde niños, nos acostumbramos a los amiguitos que muestran placer en presentar un atuendo más bonito, un mejor juguete o un corte de pelo más genial que el nuestro.
Sin embargo, cuando este comportamiento infantil y sin propósito persiste en las amistades hasta la edad adulta, es necesario encender la campana de advertencia.
Los verdaderos amigos no se preocupan por lo que tienes o no tienes, sino por cómo eres.
Por otro lado, los “amigos” tóxicos siempre piensan que deberían olvidarte, incurriendo incluso en chismes sobre tu vida.
Y, por cierto, cotillear o “hablar a tus espaldas” es una clara señal de que cierta persona no es realmente tu amiga.
Por lo tanto, si sientes este ambiente competitivo en alguien cercano a ti o te enteras de que ha estado hablando mal de ti, corta las relaciones con urgencia.
Para cerrar nuestro artículo, debemos informarte que los amigos tóxicos tienen una fuerte tendencia a la manipulación, además de tener una fuerte energía negativa.
Esto sucede porque estas personas piensan que son mejores en todo y siempre quieren tener el control de los entornos que les rodean. Además, son envidiosos, groseros y falsos, como hemos mencionado antes.
Todo esto crea una sensación de pesadez y estrés cuando estos individuos están cerca, lo que ayuda a identificarlos.
Una vez más, reiteramos: si has notado esta y otras señales en el comportamiento de los “amigos”, corta los lazos. ¡Prioriza tu salud mental!