Un historiador de la Academia de Ciencias de Austria ha logrado nuevamente hacer legibles las palabras perdidas en un manuscrito en capas. Se dice que esta versión antigua de un capítulo de la Biblia estuvo oculta durante más de 1.500 años.
Vea también: El primer beso del mundo fue hace 4.500 años, según nuevo descubrimiento
vea mas
Confirmado: Samsung realmente está produciendo pantallas plegables para...
China realiza experimentos con peces cebra en la estación espacial…
El medievalista e historiador Grigory Kessel utilizó la fotografía ultravioleta para visualizar la tercera capa del texto. El material analizado fue un doble palimpsesto, que dice que hizo su descubrimiento a través de un manuscrito superviviente que se conserva en la Biblioteca del Vaticano.
Anunció el descubrimiento en marzo a través de un artículo publicado en New Testament Studies, una revista publicada por Cambridge University Press.
El manuscrito escrito bajo tres capas de palabras escritas en un palimpsesto, un formato de manuscrito que los autores usaban para escribir sobre otras palabras, reveló una traducción inédita. En ese momento, se preferían los palimpsestos debido a la escasez de rollos.
Mientras que en el original, en su versión griega, Mateo capítulo 12, versículo 1 dice: “En aquel tiempo Jesús pasaba por los sembrados en sábado; y sus discípulos tuvieron hambre y comenzaron a arrancar y a comer”, expresa la traducción siríaca, “[…] comenzaron a arrancar las espigas, restregárselas en sus manos y comérselas”.
Los expertos en investigación medieval comentan que la traducción siríaca se escribió al menos un siglo antes que los manuscritos griegos.
Finalmente, el descubrimiento puede ser una oportunidad para que los investigadores comprendan mejor con precisión las primeras etapas de la evolución textual de la Biblia, como se describe en el comunicado a la prensa.
Es una forma de radiación electromagnética, invisible al ojo humano, situada en el espectro electromagnético entre la luz visible y los rayos X. Por lo tanto, las ondas UV tienen longitudes de onda más cortas y mayor energía que la luz visible, y pueden clasificarse en UVA, UVB y UVC. Son emitidos naturalmente por el sol, pero también pueden ser producidos artificialmente, siendo conocidos tanto por sus efectos nocivos, como las quemaduras solares, y por aplicaciones útiles, como la esterilización.