A los padres les suele molestar ver a sus hijos mordiéndose las uñas, y tratan de corregirlos para que abandonen este hábito. Pero no siempre es fácil. En muchos casos, es un acto involuntario, automático, que puede estar relacionado con algunos factores. La ansiedad es la primera de ellas.
Al igual que chuparse el dedo, morderse las uñas tiene un efecto calmante en los niños, provocando una sensación de calidez y bienestar psicológico. Incluso, algunos expertos advierten que el número de niños que manifiestan este comportamiento parece haber aumentado en los últimos años.
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Los casos de ansiedad, en todos los grupos de edad, han ido creciendo de forma espectacular en las últimas décadas, siendo considerada la enfermedad del siglo. Esto se debe a la experiencia acelerada de la sociedad moderna.
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Y no solo los adultos sienten los efectos de las múltiples actividades que tienen que realizar en un mismo día, los niños, aunque no tienen tantas responsabilidades que cumplir, se ven afectados por la impaciencia y la tensión que los adultos llevar. Todavía no entienden el significado de “falta de tiempo”, pero ya están obligados a lidiar con eso.
Pelear con el niño y decir que es una actitud fea no es suficiente. Es necesario investigar el origen del problema. Si realmente es una señal de ansiedad, es importante averiguar qué es lo que molesta al pequeño, cuáles son sus angustias y aflicciones.
Físicamente no hay peligros serios en morderse las uñas, a menos que la frecuencia sea tan frecuente que provoque heridas en los dedos, en la boca o deformidades permanentes en las uñas. También existe el riesgo de contraer hongos, virus y bacterias.
No solo la ansiedad, la inseguridad y la tensión son factores que predisponen al establecimiento de este mal hábito, los estados de irritación, cansancio, aburrimiento, también son estímulos para que el niño se muerda las uñas.
El comportamiento imitativo también es algo a tener en cuenta. Como ya sabemos, gran parte del repertorio conductual del niño se adquiere a través de la imitación. Entonces, si vio a alguien de la familia, o en la escuela, o en cualquier otro ambiente, mordiéndose las uñas, posiblemente actúe de manera similar.
Pero esto no es un problema, las conductas imitativas tienden a caer en el olvido fácilmente, a menos que generen repercusiones.
Toda conducta reforzada se repite, así que no pelees con el niño, no establezcas castigos, solo ayúdalo a superar este problema.
En primer lugar, es fundamental cuidar mucho la higiene, y enseñar a los más pequeños a ser también limpios y cuidadosos con las uñas, así como con los dientes, el pelo, etc. La higiene es una cuestión de salud, y los niños no aprenden a cuidarse solos. Así que mantén las uñas del niño siempre cortas, limpias y lijadas.
Observa también si hay algún momento concreto en el que el hábito sea evidente, como por ejemplo, en una situación que despierte tensión. Ya sea a través de una película de acción o un dibujo, en el que aparecen escenas de lucha y violencia, o viviendo en ambientes con mucha agitación, discusión y peleas.
Si es posible, evite exponer al niño a este tipo de ocasiones o ambientes. De hecho, nadie debería vivir en un entorno inhóspito e inseguro, y mucho menos los pequeños que están en fase de desarrollo, y están absorbiendo todo lo que sucede a su alrededor.
Si nota signos de inquietud y nerviosismo en el niño, ofrezca actividades que le proporcionen relajación y distracción. Juega con ella, canta una canción, cuéntale una historia.
Hablar, hablar mucho. Explicar el daño que puede causar el hábito de morderse las uñas. Ofrecer alternativas para reaccionar ante la ansiedad.
Mostrar apoyo, siempre. Dale seguridad a tu pequeño. Hazle confiar en que siempre estarás cerca, no para castigar y castigar, sino para guiarlo y ayudarlo a superar todos los obstáculos que se presenten a lo largo de su desarrollo.