La medicina alguna vez albergó verdaderos horrores en tiempos en que el avance científico era todavía bastante arcaico. Esto se debe a que, en ese momento, la falta de equipos dificultaba los estudios de anatomía y fisiología. En consecuencia, todo era muy inductivo y rudimentario en el tratamientos médicos antiguos. Incluso hoy en día es posible comprender que muchos de ellos realmente dañan la salud de los pacientes y están estrictamente prohibidos.
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Al contrario de los tiempos actuales, cuando los médicos fomentan las transfusiones de sangre, en el pasado se creía que el exceso de sangre era perjudicial. Sin embargo, es bastante difícil imaginar cuál sería la cantidad “ideal”, por lo que los antiguos griegos creían que era la mínima posible. Por lo tanto, el “sangrado” era común en casos de fiebre, infección e incluso heridas superficiales. Y cabe mencionar que el método también fue bastante polémico: las sanguijuelas se encargaban de drenar la sangre.
Este método, a pesar de ser bastante bizarro, no sucedía en una realidad tan antigua como la del ejemplo anterior. De hecho, el uso de lombrices para el tratamiento de alergias ocurrió en el siglo pasado, en la década de 1970. Esto se debe a que un grupo de investigadores notó que las personas que tenían infecciones por gusanos tenían menos alergias que las que no. De esta manera, se creó esta asociación, que afortunadamente no duró mucho hasta que fue refutada. Pero mientras eso no sucedió, decenas de personas ingirieron gusanos a través de las vías respiratorias para tratar las alergias.
El neurólogo portugués Antônio Egas Moniz incluso ganó un Premio Nobel de Medicina por esta técnica. En este caso, una lobotomía es una pequeña incisión para que el haz de fibras del lóbulo prefrontal se aleje del cerebro. Con eso, se notó que hubo una reducción drástica de los eventos histéricos en las personas enajenadas.
Sin embargo, se suponía que el método era una medida de emergencia y en casos irreversibles, lo que no sucedió, ya que que muchos han pasado por esta experiencia en un intento de controlar el comportamiento no deseado. Como resultado, varios individuos entraron en estado de vegetación, lo que hizo que la técnica cayera en desuso.
En los Estados Unidos del siglo XIX, los médicos incorporaron un antiguo conocimiento indígena: que las telas de araña curan. Con eso, literalmente comenzaron a poner una araña sobre ciertas lesiones, ¡y lo más impresionante es que funcionó! Mucho se sigue discutiendo hoy en día sobre este método, pero ya tenemos suficiente tecnología para no necesitarla más.