Las obsesiones y miedos que tiene el ser humano humanos llevar fueron abordados por Kate Summerscale en El libro de las fobias y las manías.
Millones de personas en todo el mundo se ven afectadas por algún tipo de fobia. Entre ellas se encuentran la claustrofobia y la aracnofobia, pero existen casos en los que la persona puede padecer alguna fobia lo cual es raro.
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Los hay que le temen a los espacios más abiertos, al contrario de lo que le pasa a una persona claustrofóbica, y también los hay a los que no les gustan los agujeros. Como aborda el libro, existen estas tres fobias sociales: gelotofobia, erotomanía y eritrofobia. ¿Sabes?
Gelotofobia
Las personas que temen ser ridiculizadas sufren esta fobia social, una condición que está directamente relacionada con la paranoia. La primera vez que se identificó a una persona con esta condición fue en 1995, cuando un psicoterapeuta de Alemania notó que algunos de sus pacientes siempre estaban ansiosos por la posibilidad de ser ridiculizado
Estos pacientes incluso confundían una sonrisa de alegría con una sonrisa de desdén, como si estuvieran burlándose de ellos con un tono de agresividad. Cuando los pacientes escuchaban a la gente reírse, los músculos de su cara se paralizaban.
erotomanía
Las personas con la condición de erotomanía son las que se sienten desesperadas por no tener un amor correspondido. Durante el siglo XVIII se identificaba como un exceso de deseo sexual, pero ahora se describe como el delirio de alguien que está enamorado de otra persona.
La erotomanía también se conoce como Síndrome de Clérambault. En 1921, el psiquiatra francés Gatian de Clérambault se encontró con el caso de Léa-Anna B, una parisina de 53 años que creía que Jorge V estaba locamente enamorado de ella. La mujer fue a Londres y pasó la mayor parte de su tiempo frente al Palacio de Buckingham esperando al rey.
eritrofobia
En el siglo XIX, la palabra servía para describir a las personas que no toleraban las cosas rojas. Los médicos notaron que a los pacientes que se sometieron a una extracción de cataratas no les gustó el color rojo. En el siglo XX, esta fobia se utilizó para describir un miedo patológico a ponerse rojo. A medida que la piel se vuelve más cálida, las personas con esta afección se vuelven acomplejadas y temen tener la cara enrojecida y enrojecida.
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