Aunque la discusión no es reciente, en Brasil los debates sobre la ideología de género comenzó a ganar terreno en 2014, durante la elaboración del Plan Nacional de Educación (PNE). Fue en este momento que los opositores a la idea crearon un movimiento llamado “escuela sin fiesta”.
La movilización fue tal que políticos, investigadores, organizaciones de la sociedad civil y ciudadanos gente común que se dedica a defender un punto de vista, sea éste contrario o favorable a la propuesta del PNE.
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Bueno, pero en la práctica, ¿de qué se trata la ideología de género? Como tiene corrientes de pensamiento divergentes, el tema puede leerse desde diferentes perspectivas. Para comprender mejor esta dinámica, a continuación aclaramos algunos de los principales conceptos que impregnan las discusiones.
En definitiva, el género puede definirse como aquello que identifica y diferencia a hombres y mujeres. Por lo tanto, según las definiciones tradicionales solo hay dos géneros: masculino y femenino.
Así, en vista del sentido común, es posible utilizar la palabra como sinónimo de “sexo” en referencia a lo que es innato en el comportamiento masculino, así como en el comportamiento femenino.
Sin embargo, asumiendo las definiciones de la psicología y las ciencias sociales, el género es lo que diferencia socialmente a las personas. Para ello se tiene en cuenta la construcción histórica de los roles atribuidos a hombres y mujeres.
Por ello, el género puede ser entendido como un rol social y, por tanto, puede ser construido y deconstruido. Es decir, no es algo limitado como lo proponen las ciencias biológicas, al contrario, puede sufrir diversas variaciones.
Por lo tanto, el mayor desafío para los teóricos e investigadores del área es definir exactamente qué las diferencias entre hombres y mujeres son biológicas y cuáles pasan por las construcciones sociales constituidas a lo largo para toda la vida.
Basado en los límites de la psicología y las ciencias sociales, la identidad de género no es más que la forma en que un individuo se identifica con su género.
En la práctica, esto significa que una persona puede reconocerse como hombre o mujer, además de ser encajar en ambos o en ninguno de los géneros, sin estar necesariamente de acuerdo con el sexo biológico.
La identidad de género se relaciona principalmente con cómo el individuo se percibe a sí mismo en relación con el mundo y también con cómo quiere ser reconocido.
Los principales tipos de identidad de género se pueden dividir en tres: cisgénero, transgénero y no binario. Veamos la definición de cada uno de ellos.
Comúnmente conocidos por la abreviatura "cis", estos son individuos que se identifican con todos los aspectos de su género de nacimiento. Podemos citar como ejemplo a una mujer que nació con un órgano sexual femenino y se manifiesta según las “reglas” socialmente dictadas para el género femenino y se reconoce como tal. Por lo tanto, esta es una mujer cisgénero.
En oposición al término anterior, al estar representado por la abreviatura “trans”, el término transgénero dice respeto a las personas que no se reconocen de acuerdo con el género que se les asigna en el nacimiento. Si la misma mujer del ejemplo anterior nace con todas las características biológicas del género femenino, sin embargo, se identifica con el género masculino, entonces podrá definirse como hombre.
Vale la pena recordar que durante mucho tiempo la transexualidad fue considerada un trastorno mental. Sin embargo, en junio de 2018, la Organización Mundial de la Salud (OMS) la eliminó de la lista de enfermedades mentales en una revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE).
Los individuos no binarios, a su vez, son aquellos que se encuentran en una intersección entre dos géneros (masculino o femenino) o que no encajan en ninguno de los dos.
La confusión entre ambos términos es muy común y ocurre con cierta frecuencia. Sin embargo, la identidad de género no está relacionada con la orientación sexual.
Mientras que el primer concepto está relacionado con la forma en que el sujeto se identifica con un determinado género, el segundo está vinculado con el género por el que la persona se siente atraída.
Un hombre transgénero, es decir, aquel que nació con un órgano sexual femenino, pero que se identifica con el género masculino, no necesariamente se sentirá atraído sexualmente por las mujeres.
En cuanto a la orientación, puede ser heterosexual, homosexual, bisexual o incluso ser asexual, que son personas que no sienten atracción sexual por ninguno de los géneros.
Dicho todo esto, pasemos, pues, a la definición de ideología de género. La expresión fue creada por los defensores de las ideas que determinan que el género sea considerado desde construcciones sociales.
El primer registro de la expresión se hizo en 1994, en la obra “¿Quién robó el feminismo?”, traducida al portugués, “Quem stole o feminismo?”, de la autora estadounidense Christina Hoff Sommers.
Como se vio anteriormente, estos pensadores afirman que nadie nace hombre o mujer, y los sujetos son libres de construir su identidad -o su género- a lo largo de su vida. Así, “hombre” y “mujer” son roles flexibles, que se pueden desempeñar independientemente de lo establecido biológicamente.
La expresión comenzó a crecer en 1995, en Beijing, cuando se llevó a cabo la Conferencia sobre la Mujer.
A través del libro “La agenda de género”, en portugués Discussão do Gênero, publicado en 1997, el periodista Dale O’Leary explica que el hecho ocurrió en lineamientos para que los gobiernos de todo el mundo inserten la perspectiva de género en los programas y políticas de las instituciones públicas y privadas.
Sin embargo, con el tiempo, los propios congresistas comenzaron a criticar la forma en que se transmitía la información. Según ellos, dicha información relevante fue divulgada a la población sin información previa sobre el tema, lo que resultó en una completa distorsión del concepto.
Los sectores más tradicionales de la sociedad no tardaron en manifestar su oposición a la ideología de género. Según ellos, sólo existen dos géneros, determinados por las características biológicas asignadas al nacer, masculino y femenino.
A pesar de ser una discusión antigua, fue a partir de 2014 que muchos brasileños escucharon la expresión por primera vez. Ese año se discutió en el Congreso el Plan Nacional de Educación (PNE), documento que establece los lineamientos y metas de la educación para un período de diez años.
El objetivo que generó más polémica versó sobre “la superación de las desigualdades educativas, con énfasis en la promoción de la igualdad racial, regional, de género y de orientación sexual”.
Por un lado, se posicionaron parlamentarios más conservadores y miembros del grupo religioso. Según ellos, tratar la ideología de género en las escuelas es desvirtuar los conceptos de hombre y mujer, base de la familia tradicional.
Por otro lado, activistas pro-diversidad y defensores de los derechos LGBTQ+ salieron en defensa de la meta, admitiendo que tomar el tema para las aulas es fundamental en la lucha contra la discriminación y la violencia física y psicológica relacionada con cuestiones de género.
Al final, el texto del PNE que se aprobó suprimió los dos puntos finales, dejando en manos de los Estados y municipios incluirlos o no en sus planes docentes.