Haciafábulasson narraciones breves que siempre terminan con una enseñanza, conocida como la “moraleja del cuento”. Generalmente, tus personajes son animales u objetos ficticios.
Además, las fábulas son excelentes alternativas para educar a los niños. Porque, además de desarrollar la imaginación, también transmiten algunas lecciones de vida.
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A fabula de la liebre y la tortuga es un ejemplo La historia se desarrolla en un bosque, donde hay una liebre y una tortuga. La liebre solía molestar a la tortuga por su lentitud. Un día, la tortuga decidió retar a la liebre a una carrera. La liebre, segura de que ganaría, aceptó.
Cuando se dio la salida, ambos empezaron a correr. Como era de esperar, la liebre fue mucho más rápida que la tortuga y decidió detenerse y descansar. Con eso, la tortuga pasó a la liebre y ganó la carrera.
Moraleja de la historia: "Lento y constante gana la carrera".
Compruebe ahora el La liebre y la tortuga Cuento completo.
En el mundo de los animales vivía una liebre muy orgullosa y vanidosa, que no dejaba de decir que era la más rápida y alardeaba de ello, ante la lentitud de la tortuga.
“¡Aquí viene la señorita Tortuga, camine con calma, me voy a quitar de su camino para que no me atropelle!” Cantó burlándose de la liebre de la pobre tortuga.
Un día, la tortuga pensó en hacer una apuesta que era al menos inusual para la liebre:
- ¡Seguro que puedo vencerte en una carrera! Desafió a la tortuga.
- ¡¿A mi?! Se burló de la liebre asustada con el desafío.
- Sí, a ti, dijo la tortuga. ¡Hagamos nuestras apuestas y veamos quién gana la carrera!
La liebre, medio incrédula, aceptó. Todos los animales se juntaron para ver la carrera. La lechuza marcó el punto de partida y llegada, y sin más, la competencia comenzó en medio de la incredulidad de los espectadores.
Confiada en su velocidad, la liebre dejó que la tortuga se aprovechara y se burlara de él. Pronto, comenzó a correr rápido y alcanzó a la tortuga que caminaba lentamente, pero sin detenerse.
Solo se detuvo a la mitad del camino, frente a un pasto verde y frondoso, donde decidió descansar antes de terminar la carrera. Allí se durmió mientras la tortuga seguía caminando paso a paso, lentamente, pero sin detenerse.
Cuando la liebre se despertó, vio desesperada que la tortuga estaba a muy poca distancia de la meta. Corrió con todas sus fuerzas, pero ya era demasiado tarde. ¡La tortuga había ganado la carrera!
Ese día la liebre aprendió, en medio de una gran humillación, que no debía presumir ante los demás. También aprendió que el exceso de confianza es un obstáculo para lograr nuestras metas.
Véase también la fábula La cigarra y la hormiga