En los primeros años de vida, el niño aún no ha realizado la adquisición completa del lenguaje, y no tiene las habilidades cognitivas para comprender sus propias emociones. Por eso, desarrolla otros medios para comunicarse y expresar lo que siente, especialmente cuando está irritada o ansiosa.
No es raro que los niños muerdan a sus compañeros, o incluso a los adultos, cuando están nerviosos o frustrados. A pesar de estar relacionado con el comportamiento agresivo, las mordeduras en ocasiones también pueden ser manifestaciones. afecto y afecto, especialmente en niños muy pequeños, que aún se encuentran en el período sensoriomotor (de 0 a 2 años).
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No voy a profundizar aquí en los supuestos teóricos de la psicología, pero como el tema requiere una adenda, aclaremos qué es el período sensoriomotor.
Jean Piaget, uno de los precursores de la psicología infantil, clasificó el desarrollo infantil en etapas, el primero de ellos es el mencionado período sensoriomotor, que se extiende desde el nacimiento hasta los dos años de edad. niño.
En esta etapa, el bebé establece contacto con el medio que lo rodea, y adquiere aprendizajes a través de experiencias sensoriales, por lo tanto, utiliza los sentidos para conocer y aprender.
Dado que el niño pequeño mantiene el contacto a través de los sentidos (tacto, olfato, oído, vista y gusto), es más fácil comprender por qué tiene la conducta de morder. Es una forma de interactuar, ya sea a través del afecto y el juego, o a través de la ira y la frustración.
“Experimentar” también forma parte de la primera infancia. Toda acción tiene una reacción, y los niños, desde muy pequeños, aprenden esto. Entonces, el acto de morder también se puede explicar a través de este prisma. En algunos casos, los más pequeños solo quieren experimentar, a través de los mordiscos, para ver qué pasa después.
Otros motivos también pueden llevar al niño a comportarse así, por ejemplo: dormir; cansancio; ambiente agitado y opresivo; molestias causadas por la dentición, etc.
Mantente alerta, si ves que el niño está a punto de morder, trata de evitarlo. ¿Como? Ofrecer medios de distracción, los pequeños mantienen su atención centrada en una determinada actividad durante un breve periodo de tiempo, no es muy difícil hacerles cambiar de enfoque.
Si el niño efectivamente muerde, reacciona con calma, recuerda que no actúa así por pura maldad, es solo un comportamiento reactivo y confuso de alguien que está aprendiendo a vivir. Enséñale cómo comportarse, enséñale sobre el respeto que se debe tener con los compañeros, padres y profesores.
Si el niño está aparentemente nervioso, irritado, trate de calmarlo. Si tiene la edad suficiente para entender lo que le dicen, háblele, explíquele que actuar así puede lastimar a las personas y que hay otras formas de aliviar su nerviosismo. Así como existen otras formas de demostrar afecto, si es que las hay.
Algunos niños también muerden para llamar la atención. Por cierto, la mayor parte de las conductas inapropiadas que se presentan en la infancia tienen como objetivo atraer la atención de los adultos.
En estos casos, no refuerce el acto de morder. Corrija, guíe y luego cambie su enfoque. Si el niño se da cuenta de que consigue llamar tu atención, aunque sea en forma de regañina, cada vez que muerde, mantendrá esta conducta. Toda conducta reforzada tiende a repetirse.
Incluso si los pequeños no son completamente conscientes de lo que están haciendo, su comportamiento debe ser remodelado y no reforzado, de lo contrario crecerán creyendo que así es como debes actuar para lograr las cosas.
Es fundamental que el adulto guíe al niño a sustituir sus acciones corporales por el lenguaje, para que aprende, desde temprana edad, a comunicar y expresar lo que sientes, y lo que quieres, y así cambiar tus actitudes inadecuado.
En medio de los descubrimientos y nuevas experiencias que forman parte de la primera infancia, nuestros hijos acertarán y se equivocarán, una y otra vez, tal como lo seguimos haciendo hoy los adultos.
Y en este inmenso mar de emociones y sentimientos confusos que es “aprender a vivir”, nos toca a nosotros, padres, madres, maestras, siendo guías para nuestros pequeños, hasta que tengan la autonomía para seguir solos.