La crisis alimentaria en la mayoría de los países africanos es uno de los temas que más preocupan a las organizaciones de derechos humanos en el mundo. Pero la invención de un estudiante de ingeniería de Uganda podría revolucionar la conservación de alimentos, brindando una alternativa para resolver un problema de siglos de antigüedad.
Lawrence Okettayot, de 23 años, ha desarrollado un dispositivo capaz de deshidratar alimentos en unas pocas horas, lo que le permite durar meses. Similar a un refrigerador, el secador sparky (secador brillante, en traducción literal) es un deshidratador de alimentos que utiliza biocombustible como materia prima.
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El uso de material orgánico proviene de la realidad de que pocos agricultores africanos tienen acceso a la electricidad. El biocombustible se quema con cero emisiones de carbono y se prueba en la granja de su familia. Para tener una idea de la funcionalidad del equipo, este puede deshidratar 10kg de mango en dos horas utilizando 2kg de combustible.
Según el joven, “en Uganda, el 80% de la población no tiene acceso a la electricidad. Pueden poner cualquier cosa en su jardín, cualquier cosa que no sea útil actualmente”. Okettayot explica que el dispositivo convierte las toxinas en buenos gases, lo que permite cero emisiones de dióxido de carbono.
La iniciativa de Lawrence surge para abordar el dilema del desperdicio de alimentos en Uganda. El país recibe más refugiados que cualquier otro en África y, a pesar de que la producción de alimentos supera el consumo, las estadísticas de desnutrición son alarmantes. Uno de cada tres niños en edad escolar no tiene nada que comer durante el día.
Los datos fueron presentados por el Programa Mundial de Alimentos. Aun así, el 40% de las frutas y verduras que se producen en Uganda acaban descartándose. El dispositivo se vende a otros agricultores que acuden a Okettayot y su equipo y les informan de su intención de utilizarlo. El precio de compra ronda los 80 dólares.
Ante un escenario de extrema pobreza y hambre que se presenta en los países africanos, los empresarios también han realizado estudios con el fin de solucionar la crisis humanitaria. El empresario nigeriano Nnaemeka Ikegwoonu dedica su vida a analizar los problemas agrícolas en su tierra natal.
Su último proyecto se centra en el almacenamiento en frío de alimentos. Según Ikegwoonu, alrededor de 90 millones de pequeños agricultores no pueden almacenar sus productos a bajas temperaturas. Por ello, se ha dedicado al desarrollo de un dispositivo móvil alimentado por energía solar.
Nigeria es uno de los mayores productores de tomate de África occidental, pero más del 50 % de la cosecha se pierde debido a la falta de almacenamiento en frío. “Entonces, creamos cámaras frigoríficas alimentadas con energía solar que pueden extender la vida útil de los alimentos hasta 21 días”, explica la emprendedora.
Los paneles solares están montados en el techo y alimentan baterías de alta capacidad. La unidad utiliza alrededor de 1kW de energía bajo un pago de tarifa fija diaria por cada caja de alimentos almacenada. ColdHubs, el nombre que recibe el equipo, ha reducido las pérdidas de los agricultores hasta en un 80%, según estimaciones del empresario.
Hoy en día, los refrigeradores están repartidos por granjas y mercados en Nigeria. Pero Ikegwoonu no tiene la intención de detenerse ahí. A pesar de recibir pedidos de todo el mundo, el objetivo del emprendedor es difundir el proyecto a todos los países en vías de desarrollo. Con ello pretende aumentar la producción hasta las 20.000 unidades en los próximos años.