Cabe destacar que las orquídeas son plantas originario de diferentes regiones del mundo, desde los trópicos hasta las zonas templadas. Por tanto, pertenecen a la familia de las Orchidaceae, que es una de las más variadas en la flora tropical.
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En este caso reúne alrededor de 25 mil especies y 800 géneros, en distintos colores que las hacen ornamentales. Por ello, la orquídea se adapta a diferentes hábitats y condiciones climáticas, que pueden ser terrestres, acuáticas e incluso trepadoras.
En primer lugar, para mantener las orquídeas sanas y hermosas, es importante eliminar los tallos que no producen flores. Después de todo, consumen energía y nutrientes el cual debe ser dirigido a las partes que continúan desarrollándose. De esta forma, basta con cortar el tallo al ras con unas tijeras o un cuchillo esterilizado, evitando dejar heridas abiertas, que atraen plagas y enfermedades.
Entonces, es imprescindible cambiar la maceta cada dos años o si las raíces empiezan a salirse por el fondo o los laterales del recipiente. Dicho esto, es necesario que la nueva maceta sea un poco más grande que la anterior y con agujeros. Recuerda añadir al sustrato corteza de pino, carbón vegetal, fibras naturales y mezclas orgánicas.
La mayoría de las orquídeas prefieren un ambiente bien iluminado, pero sin exposición directa al sol, ya que éste puede quemar las hojas y las flores. Por eso, lo ideal es colocarlas en lugares que ofrezcan luz indirecta o filtrada. Es decir, ventanas, balcones o debajo de árboles, especialmente si el arreglo tiene puntos oscuros.
Ya que es fundamental equilibrar la temperatura, favorecer una buena circulación del aire y una humedad relativa entre el 60% y el 80%. Entonces, si está surgiendo follaje joven, elija un espacio fresco y agregue fertilizante. Esta medida busca reducir la evaporación del agua reteniendo nutrientes durante la fase de crecimiento.
Finalmente, la falta o exceso de agua es el principal factor de mortalidad de las orquídeas. Por ello, existen precauciones que pasan por la observación antes de regar cada cuatro días o semanalmente. Las raíces blanquecinas indican una falta de hidratación. Eso sí, no olvides realizar la prueba de tacto, tocando el suelo para identificar si hay rastros de humedad.
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