En los últimos meses, Sofocos afectó a varios países, incluido Brasil. Con la llegada de El Niño y los bloqueos atmosféricos surgen dudas sobre el impacto del calor en el cuerpo humano y sus posibles riesgos para la salud.
El calor puede ser fatal de muchas maneras, principalmente por problemas de humedad e hidratación. Los riesgos varían en climas secos y húmedos, pero lo fundamental es mantener cuidados básicos como una buena hidratación y protección contra el sol, especialmente para personas mayores, niños y personas con enfermedades crónicas.
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Como mamíferos, tenemos un mecanismo interno de regulación de la temperatura, que mantiene, de media, 36,5 ºC. A altas temperaturas, nuestro cuerpo reacciona para refrescarse, siendo la sudoración la primera respuesta.
La sudoración provoca la pérdida de líquidos. Si esta agua no se repone, se produce deshidratación. Esto reduce el volumen sanguíneo, afecta la presión arterial y hace que la sangre se vuelva más espesa, lo que aumenta el riesgo de coagulación.
Para disipar el calor, el corazón bombea más rápido. Esto puede ser peligroso para quienes tienen problemas cardíacos, ya que aumenta el riesgo de sufrir ataques cardíacos, arritmias, derrames cerebrales y venas bloqueadas.
El exceso de sudor altera la cantidad de electrolitos, afectando las funciones musculares y nerviosas. Esto puede provocar convulsiones, espasmos cardíacos y dificultades respiratorias.
En casos graves de deshidratación, el cuerpo conserva agua, reduciendo la sudoración. Si cesa la sudoración o el clima es muy cálido y húmedo, la temperatura corporal puede aumentar, provocando posibles daños a órganos y células nerviosas.
Los grupos vulnerables incluyen comunidades marginadas, que a menudo tienen menos acceso al aire acondicionado y trabajan en condiciones más intensas.
La sudoración es eficaz porque permite que la sangre llegue a la superficie del cuerpo y disipe el calor. En climas secos, la evaporación del sudor se produce fácilmente, pero en condiciones de alta humedad el proceso se vuelve más difícil. Esto se conoce como “temperatura de bulbo húmedo”.
En condiciones de baja humedad, el cuerpo puede tolerar el calor siempre que haya agua disponible para beber. En condiciones de alta humedad, las temperaturas de bulbo húmedo superiores a 35 ºC se vuelven difíciles de soportar sin la ayuda de aire acondicionado o agua helada.
Los estudios demuestran que el calor no es sólo un riesgo teórico. Una encuesta de la revista “Nature”, realizada en 2022, reveló que las temperaturas extremas (incluido el frío) causaron alrededor del 6% de las muertes en América Latina.
El estudio analizó la relación entre temperaturas y mortalidad en 326 ciudades de nueve países latinoamericanos, incluyendo más de 15 millones de muertes.
Se constató que, en condiciones de calor, cada grado centígrado adicional provocaba un aumento del 5,7% en las muertes, principalmente por enfermedades cardiovasculares y respiratorias, que afectan especialmente a niños y ancianos. En cambio, las infecciones respiratorias estuvieron más influenciadas por el frío excesivo.