LA personificación es una figura retórica clasificada como figura de pensamiento. También se conoce como prosopopeia y ocurre cuando atribuimos acciones y significados a seres irracionales inherentes al ser racional.
Puede que ya sepas que hay verbos que no se conjugan porque son impersonales. Este es el caso de la lluvia, por ejemplo. El verbo llover no se puede atribuir a ninguna persona y por lo tanto no se puede conjugar. Por ejemplo, no existe tal cosa como "llueve", "llueve", "llueve", etc.
Usando esta pregunta como ejemplo, no podemos decir que la lluvia tiene sentimiento o hace algo que sea exclusivamente para seres racionales. Si no te gustó el hecho de que llovió en el momento en que saliste de casa, la lluvia no es mala por eso. Es una consecuencia de muchos factores que pueden explicarse científicamente.
Este ejemplo se usó para brindarle una mejor comprensión de cómo funciona esta figura retórica. Dimos el siguiente ejemplo, en un texto anterior: “El perro planeaba robar la comida de su dueño”. Éste, siendo un animal que no piensa, pronto no tiene la inteligencia suficiente para planear nada. En el mejor de los casos, actúe por instinto.
En otras palabras, prosopopeia es el acto de personificar algo inanimado e irracional. El significado mismo de la palabra, de origen latino, es “persona enmascarada”, que representa acciones personales detrás de otros seres.
Vea también:Malo o malo.
Veamos los ejemplos a continuación:
Prácticamente todos los ejemplos anteriores se tomaron de canciones nacionales conocidas. La personificación, como otras figuras retóricas, está muy presente en las artes. Ya sean producciones televisivas o cinematográficas, o en canciones. El factor poético es lo que cuenta. Como ya hemos explicado, las figuras del pensamiento son aquellas en las que la idea detrás de lo que se dice es más importante.
Expliquemos cada ejemplo. En el primero, los corazones no lloran, pero como este órgano está directamente asociado a las emociones, es común atribuirle la tristeza de una persona que está llorando.
En el segundo ejemplo, utilizado por muchos defensores del medio ambiente, significa que se nos devuelve el daño que le hacemos al medio ambiente.
El tercer ejemplo se refiere al hecho de que el viento se mueve constantemente. El cuarto ejemplo es una conversación entre el amante y la Luna. Los ejemplos quinto y sexto enfatizan casi una metáfora en la que la luna y el mar representan a dos personas enamoradas.
El séptimo ejemplo se refiere al ruido que hacen los neumáticos sobre el asfalto. En el octavo ejemplo, sería más correcto decir que la persona se distrae mirando la línea del horizonte. En el último ejemplo, podemos interpretar la pasión y los deseos como llamas ardientes.
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