Una encuesta nacional mostró que cuatro de cada diez brasileños Dijo que el avance en la alfabetización de los niños en las escuelas públicas es menor al esperado. Este es el proceso en el que una persona aprende a leer y escribir, que son habilidades fundamentales para la vida como permite la comunicación, el conocimiento, la realización de las tareas cotidianas y la plena participación en el sociedad.
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Según la encuesta realizada a pedido de Itaú Social, la Fundación Lemann y el Banco Interamericano de Desarrollo, el 14% de las familias con hijos en colegios de nivel socioeconómico bajo dicen que los jóvenes muestran un aprendizaje que simplemente no avanzar La situación es diferente en las escuelas de nivel superior.
Samantha, una maestra que ha estado enseñando a niños de primer grado durante 30 años, dijo que esta opinión es general, ya que ha visto a muchos niños alfabetizarse sin la base del preescolar.
“Después de la pandemia ya no recibimos niños así, sabiendo cortar, sabiendo el color, sabiendo collar, saber escribir el nombre", dice la maestra de jardín de infantes y primaria, Samantha Educado.
Una estrategia que se ha utilizado para superar el desafío es ofrecer clases de tutoría después del horario escolar. Desafortunadamente, esta realidad aún puede estar lejos de muchos estudiantes brasileños.
“Se requiere mucho más apoyo de personal, docentes, materiales, infraestructura física, condiciones para que se dé esta recomposición de los aprendizajes. Exigirán políticas que miren y ofrezcan más apoyo a los que menos tienen, más recursos a los que más lo necesitan”, dijo la superintendente del Itaú Social, Patrícia Mota Guedes.
La alfabetización por lo general comienza en infancia, durante los primeros años escolares. Es importante que los niños tengan acceso a materiales de lectura calificados, maestros capacitados y un ambiente de aprendizaje positivo para que puedan desarrollar habilidades de lectura y escritura en un eficaz.
Maysa, de 8 años, está en la edad límite recomendada para la alfabetización. Su abuela notó la dificultad de su nieta y envió a la niña a una ONG que opera en Recife.
“Ella tartamudeaba mucho. No pude juntar las palabras. Y el año pasado empezó a leer de verdad”, revela la cuidadora de ancianos y abuela de Maysa, Cristiane Soares.
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