Recesión económica, inflación vertiginosa, salario mínimo devaluado, inestabilidad en el escenario político, violencia extrema, acusación de muerte y tortura a opositores, escasez de alimentos y “secuestro de derechos” son algunos de los elementos que componen el El La peor crisis en la historia de Venezuela.
El país limita con dos estados brasileños, Amazonas y Roraima. Fue la crisis migratoria en la segunda lo que hizo que la inestabilidad de Venezuela se destacara en las noticias de Brasil.
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Huyendo de la desastrosa situación que vive el país, más de 2,3 millones de venezolanos ya abandonaron el territorio, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones. Las solicitudes de asilo de países vecinos ganaron proporciones aún mayores a partir de 2015.
Según un reporte de la BBC, publicado el 25 de agosto, solo Brasil, hasta abril de 2018, ya había recibido a más de 50.000 inmigrantes venezolanos, provenientes principalmente por la zona fronteriza de Roraima. Este número representa un aumento del 1000% en comparación con 2015.
Pero la ola migratoria no se restringe a nuestro país. Otras naciones vecinas como Perú, Colombia y Ecuador también han recibido y siguen recibiendo miles de refugiados. Algunos puntos, como la ciudad de Tumbes, en la frontera entre Ecuador y Perú, reciben hasta 3.000 venezolanos al día.
En respuesta al creciente número de inmigrantes, estos países están, cada día, reforzando la inspección y el control de la entrada de venezolanos. En Brasil, por ejemplo, el estado de Roraima intentó cerrar la frontera, pero fue detenido por la Justicia.
La tensión crece y adquiere proporciones alarmantes cada día. En agosto de 2018, la preocupación aumentó cuando, en un conflicto violento, brasileños quemaron ropa y pertenencias de inmigrantes. La trágica situación corrió todos los vehículos de comunicación del país.
En ese momento, personas que hasta ese momento eran ajenas al derrumbe comenzaron a preguntarse qué estaba pasando en el país vecino. Para explicar la situación, hicimos un repaso histórico de la crisis, para que entiendas lo que está pasando en Venezuela.
Para entender lo que está pasando en la política venezolana hoy, es necesario remontarse a 1999, cuando Hugo Chavez juró como presidente del país, luego de ganar las elecciones en diciembre de 1998. En ese momento, además del escenario de inestabilidad, el país sudamericano atravesaba una grave crisis social.
Una campaña basada en la lucha contra la pobreza, la lucha por la inclusión social y la transferencia de ingresos, combinada con la notoriedad adquiridos a lo largo de los años, fueron algunos de los puntos responsables de que Chávez se convirtiera rápidamente en un popular.
Al frente del gobierno, el presidente lanzó la Revolución Bolivariana, que comenzó con una Asamblea Constituyente para reescribir la constitución venezolana. En referéndum, más del 70% de la población aprobó el documento. También en 1999 se aprobó la “Ley Habilitante”, que otorga poderes extraordinarios al presidente.
Criticado con vehemencia por la oposición, permitía al jefe de Estado legislar sobre servicios públicos, infraestructura, seguridad, finanzas, impuestos y muchos otros.
Tomando la posibilidad de legislar en materias de interés, se dictan decretos con fuerza de ley fuerza antes de pasar por la Legislatura, ya que el objetivo era agilizar los trámites administrativo. Fue a través de este mecanismo que Chávez nacionalizó el sector petrolero, a través de la Ley de Hidrocarburos.
A esta ley siguieron otros decretos, cuya promulgación no fue del agrado de diversos sectores de la sociedad, de la Iglesia Católica o de la oposición. Incluso bajo intensas manifestaciones se mantuvieron. Además, los opositores comenzaron a acusar al presidente de querer implementar un régimen comunista en el pais.
En 2002 el gobierno sufrió una golpe de Estado. El intento fallido duró apenas dos días y Hugo Chávez fue devuelto al poder por los militares. El momento fue decisivo para que endureciera su gobierno hacia los ideales bolivarianos. Mientras la oposición lo acusaba de autoritarismo, sectores del gobierno lo defendían como una gestión para los pobres.
En diciembre del mismo año, los empleados de la empresa petrolera estatal PDVSA iniciaron una huelga contra el régimen. En respuesta, más de 18 funcionarios fueron despedidos y reemplazados por los hombres de mayor confianza del presidente. Esto convirtió a la institución en uno de los pilares del poder.
En 2008, durante su tercer mandato, una reforma constitucional permitió que Chávez fuera elegido por cuarta vez, bajo el argumento de que necesitaba más tiempo para la revolución socialista Hacerse realidad. De hecho, en 2012 ganó las elecciones, sin embargo, no pudo asumir el cargo debido al cáncer. Falleció en marzo de 2013.
Continuando con la política de Chávez, su vicepresidente, Nicolás Maduro fue elegido en 2013. En una elección reñida, llegó al poder por un período completo. Era un momento de crisis política, que cayó sobre la economía venezolana, que también estaba en crisis.
En ese contexto, la popularidad de Maduro se desplomó, dando paso a que la oposición solicitara un mecanismo previsto en la Constitución, un plebiscito para revocar el mandato del presidente. Ha habido varios intentos desde 2016, ya que con el apoyo de al menos el 20% de la población, podría ser destituido por el poder.
Luego de varias postergaciones realizadas por el Consejo Nacional Electoral, a partir del 10 de enero de 2017 comenzó a cumplir la segunda mitad de su gobierno. En ese caso, si dejaba el poder, lo tomaría su adjunto, frustrando el propósito de la oposición.
¿Por qué Venezuela está en crisis? En 2014, debido a la caída del precio del barril de petróleo en el mercado internacional, la economía Venezuela, que se basa casi en su totalidad en la explotación y venta de combustibles, ha entrado en un crisis alarmante. Se cortaron las inversiones sociales características de Chávez.
Los artículos básicos como alimentos y medicinas comenzaron a agotarse. Además, la inflación alcanzó niveles inimaginables, lo que generó una ola de protestas. Más de 40 personas murieron durante las manifestaciones. Se arrestó a opositores políticos y militantes contra el régimen. El gobierno venezolano sigue defendiendo hoy que se trata de una guerra económica subvencionada por las élites y Estados Unidos.
Teniendo en cuenta este escenario, los militares empezaron a tener cada día más voz en el gobierno. Y aunque la oposición es mayoría en el Parlamento, no puede aprobar ninguna de sus decisiones.
Todos están prohibidos por el poder judicial, que está totalmente controlado por Maduro. En su momento, la justificación del Poder Judicial fue que el Parlamento venezolano estaba en desacato, pues juramentaron tres diputados acusados de fraude electoral.
En abril de 2017, la población se movilizó en nuevas protestas, esta vez con mayor número de muertos, que ya superan los 200, en su mayoría jóvenes menores de 30 años. Ya hay más de 5.000 detenciones, muchas de ellas arbitrarias. También hay un sinfín de informes de tortura.
Nicolás Maduro se justificó acusando a la oposición de tramar un violento golpe de Estado, y para evitarlo activó un plan militar. Los civiles fueron juzgados en tribunales militares, lo que para muchos críticos es típico de una dictadura.
En julio del mismo año, el presidente convocó a una Asamblea Constituyente, que fue elegida bajo acusaciones de fraude por parte de la oposición. Fue un motivo más para que aumentaran los conflictos callejeros.
En agosto se juramentó a los constituyentes, quienes luego intentaron destituir a la fiscal general Luisa Ortega. Hizo varias denuncias en relación con la represión en las calles, las detenciones arbitrarias y la propia Asamblea Constituyente. Ya había sido suspendida por el Supremo, acusada de cometer un error de gestión.
En el mismo mes, se aprobó un decreto que da permiso a la Asamblea Constituyente para aprobar leyes, lo que antes era exclusivo del Congreso, donde la mayoría de los miembros se oponen al gobierno de Maduro.
En mayo de 2018, bajo protestas y en medio de altos índices de abstención, denuncias de fraude, falta de reconocimiento de la comunidad internacional y boicot a la oposición, Nicolás Maduro fue reelegido por otros seis años de mandato. Gran parte de sus votos se atribuyen a los votantes leales de Hugo Chávez.
El escenario ni siquiera está cerca de calmarse. La economía sigue en declive, y en agosto de 2018, con la eliminación de cinco dígitos del ya devaluado bolívar, la inflación debería llegar a 1.000.000% este año.
El 10 de enero de 2019 Nicolás Maduro asumió por otros seis años de gobierno, es decir, hasta 2025. El mandatario inició la nueva etapa en momentos en que el país está sumido en la crisis más grave de su historia.
Maduro, como ya se mencionó, ganó las elecciones en mayo de 2018.
La toma de posesión, durante mucho tiempo, fue vista como un camino sin retorno en relación a la crisis política, económica e institucional que atraviesa el país latinoamericano. En otras palabras, es la culminación de la deriva del régimen que, hoy, controla todas las esferas del poder político y judicial.
Y eso no es todo, la renovación del mandato de Maduro marca la ruptura con las mayores potencias de la comunidad internacional: Estados Unidos, la Unión Europea y países vecinos, como es el caso de Brasil.
El líder venezolano, por su parte, encuentra apoyo y aliados en China, Rusia, México y Turquía. Aun así, los acuerdos económicos cerrados con estos países, hasta el momento, no han surtido efecto ante el caos económico.
En América del Sur y Central, el mandatario tiene como aliados a los presidentes Evo Morales, de Bolivia, Miguel Díaz-Canel, de Cuba y Daniel Ortega, de Nicaragua.
En lugar de prestar juramento en la Asamblea Nacional, como lo exige la Constitución, Maduro lo hizo ante el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ). La principal razón es que el Parlamento elegido en 2015 está formado prácticamente por opositores. Por lo tanto, se declaró desacato, es decir, ya no existe para el Gobierno.
Desde la fecha de toma de posesión se han roto relaciones diplomáticas con al menos 13 países latinoamericanos. El llamado Grupo de Lima comprende, además de Brasil, Colombia, Argentina, Perú y Chile.
Entre las medidas impuestas por el grupo está la prohibición de ingreso a sus territorios de altos funcionarios del gobierno venezolano, incluido el propio Maduro.
En medio de las polémicas por la asunción de Maduro, el hasta entonces poco conocido Juan Guaidó se convirtió en uno de los principales opositores de Maduro.
A principios de enero asumió la presidencia de la Asamblea Nacional, último órgano estatal controlado por la oposición al gobierno. El 24 del mismo mes se autoproclamó presidente del país al considerar ilegítimo el gobierno de Nicolás Maduro.
El gobierno de Estados Unidos lo reconoció oficialmente como “Presidente interino”. Poco después hicieron lo propio Brasil, Colombia, Perú, Ecuador, Costa Rica, Chile y Argentina, además del Secretario General de la Organización de los Estados Americanos (OEA).
Apoyado en el artículo 233 de la Constitución, Guaidó se juramentó públicamente como presidente encargado del país,
Este artículo permite que la Asamblea Legislativa ejerza funciones cuando se encuentre vacante el cargo de presidente. El objetivo es lograr la formación de un “Gobierno de Transición y elecciones libres”.