Relegado a un segundo plano por la administración anterior, el programa de Educación de Jóvenes y Adultos (EJA) volverá a ser priorizado por el gobierno federal, con base en un modelo desarrollado por la Secretaría Permanente, Alfabetización de Jóvenes y Adultos, Diversidad e Inclusión del Ministerio de Educación (Secadí/MEC).
Una de las novedades señaladas por el Ejecutivo es el pago de becas a los interesados, además de interlocución con la Educación Técnica, a fin de permitir la continuidad de la formación, asociada a la profesión de alumno. La idea ya recibió el nombre provisional de “Alfabetiza Brasil EJA”.
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Según la secretaria responsable de Secadi, Zara Figueiredo, “es un derecho de estas personas estar en el aula, en un curso que sentido para su edad y que les proporcione una formación, con la perspectiva que ellos quieran, que puede ser ir al mercado laboral o a universidad".
Del contingente de 9,6 millones de personas con 15 años o más en el país, 5,3 millones se ubican en la región Nordeste y 5,2 millones tienen al menos 60 años. Otro dato relevante es que más de la mitad de la población de 25 años (53,2%) completó la secundaria. Esta proporción baja al 47%, en el caso de las personas negras o pardas, pero sube al 60,7% para las de color blanco.
La conclusión es que el país tiene por lo menos 65 millones de brasileños (46,8% de los adultos sin secundaria completa) como estrato social con potencial para beneficiarse de políticas de inclusión, como EJA, que les permite completar la educación básica (alfabetización, educación primaria es medio).
Una iniciativa similar fue adoptada, en 2014, por el gobierno de Dilma Rousseff, con la implementación del 'Projovem' -que garantizó una subvención de estudios a los alumnos de la EJA, además de la creación de condiciones especiales en las escuelas, como la asignación de espacios específicos para su niños. En esa época, el presupuesto para tales programas educativos alcanzaba los R$ 820 millones.
Además del Projovem, el gobierno del PT creó el programa 'Brasil Alfabetizado', con recursos presupuestarios dirigidos a voluntarios que, aunque no eran maestros, se encargaban de las clases de alfabetización, bajo la supervisión de secretarías municipios.
Posteriormente, ambas iniciativas quedaron prácticamente desactivadas, ya sea por la crisis económica que azotó, en luego sobre el país, así como su sustitución por otros formatos educativos, como las escuelas cívico-militar y educación en el hogar, término en inglés que hace referencia a la enseñanza familiar o doméstica.