La educación es un gran desafío, especialmente para los padres. Hoy en día es normal ver al niño refutar y cuestionar la enseñanza de los padres y, muchas veces, la la única salida que encuentran es el castigo o la negociación con el niño: si no haces eso, no ganas Aquél. Enseñar con amenazas es peligroso y, la mayoría de las veces, no genera muchos resultados. No existe una forma correcta o incorrecta de educar, sin embargo, los psicólogos aseguran que el diálogo es siempre la mejor alternativa. Pero para que este diálogo se lleve a cabo, es necesario que exista un “terreno propio” para que la discusión crezca sanamente, y para eso es necesario evitar algunos errores en la educación de los hijos. Aquí hay seis errores y consejos para que no cometas errores al hablar con tu hijo.
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Las reglas se apoyan mejor si se entienden. Decir no y tener no como única explicación dificulta el aprendizaje. Los padres no necesariamente tienen que dar satisfacción a sus hijos, sin embargo, el niño debe entender por qué por qué no puede hacer algo, para que aprenda los peligros de la vida y desarrolle su propio sentido de crítico. A medida que aprende las razones para hacer o no hacer algo, con el tiempo no aceptará las equivocado tan fácilmente como los demás, ya que entiende lo que no está bien según el país. Ya decir no por no puede causar problemas, porque todo lo que aún no se ha instruido con no, se convierte en señal de que se puede hacer.
No sirve de nada solo decir. Los niños no aprenden de lo que se dice, sino que copian lo que se ve. Decirle a un niño que no debe fumar con un cigarrillo en la boca no es la mejor opción. Mucho menos gritarle al niño diciéndole que deje de hacer berrinches. Recuerda que el niño es como una esponja, que absorberá todo lo que los padres expresen en casa, y cuanto más pequeño sea el niño, más te copiará y menos te escuchará.
Es común ver negociación entre el niño y los padres. Pedir algo al padre y luego pedirle lo mismo a la madre es una estrategia de un niño que puede generar malos modales y mucha confusión en su cabeza. Antes de prohibir o permitir algo, los padres deben disuadir al niño para que la información pase ser lo mismo, impidiendo que uno libere lo que el otro ha negado o mostrando que la voz de uno es más fuerte que la del otro. otro.
No dejes que el niño esté a cargo. No importa si vas a hacer una rabieta o gritar. Haz tu trabajo como educador. Dar una rabieta demuestra que hay competencia, y que en este caso el niño salió victorioso. Así, siempre buscará artificios para hacerse superior a sus padres. No puede haber lagunas en la educación, la voz de mando debe ser la de los padres, independientemente de lo que haga el niño.
Lo mejor es orientar al niño de que de nada sirve la rabieta, siempre con mucho diálogo. Con el tiempo se dará cuenta de que llorar no funcionará.
Es común ver a los padres amenazar con quitarle algo que al niño le gusta hacer o comer, si el niño no obedece. Eso compra buen comportamiento, pero no crea buena naturaleza. El niño debe comprender lo que debe hacer y no sentirse obligado a hacer lo correcto. Esto genera traumas menores y barreras para el aprendizaje. Asimismo, es un error comprar al niño, dando premios si hace algo bien. El niño debe desarrollar un buen comportamiento con naturalidad, sin artificios, ya sean positivos o negativos.
Decir que el coco va a atrapar o usar pequeños disfraces para que el niño obedezca no es una buena manera de tratar a los pequeños. Según la psicóloga Rosmairi Oliveira, de São Paulo, los niños pueden percibir pequeñas mentiras. “Es probable que los padres que mienten críen hijos que también son mentirosos”, dice. Con el tiempo, el niño puede decir pequeñas mentiras, ya que ha aprendido que el fin justifica los medios.
Estas son algunas consejos para que puedas tratar mejor a tus hijos. Recuerda que la base del niño es fundamental para formar un buen ciudadano y evitar complicaciones en el futuro.