El método de crianza de un niño juega un papel fundamental en su desarrollo emocional y psicológico, influyendo directamente en el tipo de adulto que será.
Entre los muchos resultados posibles de la niñez, uno de los más complejos es el comportamiento narcisista en adultos.
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La psicóloga Ramani Durvasula, basándose en su vasta experiencia clínica, ha revelado un vínculo intrigante entre la educación infantil y la tendencia al narcisismo en la edad adulta.
Ella revela que, a pesar de sus diferencias, dos estilos de crianza opuestos pueden contribuir a la formación de un narcisista.
El experto destaca dos caminos diferentes que pueden conducir al desarrollo de un adulto narcisista: el camino del adjunto traumatizado, descuidado y con mala conexión emocional, y el camino de niño mimado y sobreprotegido.
En el primer camino, niños que crecen en un ambiente en el que sus sentimientos y necesidades a menudo son ignorados o Las personas desconsideradas pueden internalizar la idea de que considerar o respetar los sentimientos y necesidades de los demás no es una prioridad.
Esto puede resultar en que un adulto que tenga dificultades para relacionarse empáticamente con los demás, demuestre un comportamiento narcisista.
Por otra parte, en el segunda manera, los niños que están inspirados o cuyas acciones y sentimientos son validados constantemente pueden desarrollar una autoestima inflada.
Pueden crecer creyendo que sus opiniones y deseos son siempre los más importantes, lo que también puede conducir a conductas narcisistas en la edad adulta.
Los dos ambientes descritos por Durvasula, el del apego traumatizado y descuidado, así como el del mimo excesivo y sobreprotección, además de una característica fundamental: refuerzan una existencia egocéntrica.
En ambos casos, el niño aprende que lo que le sucede a él es más importante que lo que le sucede a los demás a su alrededor.
Este énfasis excesivo en uno mismo puede resultar en habilidades de regulación emocional deficientes y perjudiciales en la edad adulta.
El niño no puede desarrollar las habilidades posibles para comprender y gestionar sus propias emociones, ni para reflexionar y responder específicamente a las emociones de los demás.
Esto puede provocar dificultades en las relaciones interpersonales en la vida adulta, manifestándose en conductas Narcisista, en el que una persona tiende a priorizar sus propias necesidades y sentimientos en detrimento de aquellos. otros.
Según el experto, lo ideal es mantener un punto medio entre proteger a los niños y darles independencia, para que desarrollen una personalidad resiliente y al mismo tiempo sociable.
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