Julia Pastrana tuvo una trágica y complicada historia de vida en el siglo XIX. Se hizo conocida como la “Mujer Mono” y vivió su vida como artista de circo, un lugar que combinaba fama, explotación y mucha especulación sobre su apariencia y orígenes.
Nacida en Sinaloa, México, en 1834, Julia tenía una rara condición genética llamada hipertricosis terminal. Debido a esto, su rostro y cuerpo estaban cubiertos de pelo espeso. Además, también tenía las encías hipertrofiadas, lo que la hacía considerada exagerada.
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La apariencia de Julia hizo que desde muy temprana edad sufriera miradas curiosas y discriminación, dejando de lado su inteligencia y humanidad.
Su historia se cuenta desde diferentes ángulos, pero los datos principales quedaron registrados durante su carrera por los freak shows que tuvieron éxito en la época.
(Imagen: Wikimedia Commons/Reproducción)
Se dice que Julia vivía en Sinaloa, México, como se mencionó anteriormente, y que, bajo la influencia de un hombre llamado Pedro Sánchez, comenzó a actuar en estos ambientes que explotaban figuras humanas a cambio de fama y dinero.
En 1854, tenía 20 años y se mudó a los Estados Unidos, donde comenzó a actuar en Broadway en el Gothic Hall de manhattan.
Luego, se unió al equipo de circo J.W. Beach y realizó giras por diversos lugares de Estados Unidos, Norteamérica, Europa y Asia.
Durante este viaje, conoció a un hombre llamado Theodore Lent, que influiría en su vida en el futuro. Lent se convirtió en el manager de Julia y luego se casaron. Los informes indican que el matrimonio fue arreglado por Lent para ganar dinero con las actuaciones de Julia.
A pesar de su talento para el baile y el canto, lo que aumentó su popularidad fueron las historias que se crearon para contar sus orígenes.
Fue presentada como la “Mujer Mono”, perteneciente a una tribu donde todos parecían monos. Además, Julia Pastrana era considerada un ser híbrido de humano y animal.
(Imagen: Wikimedia Commons/Reproducción)
Años más tarde, Julia quedó embarazada de Cuaresma y tuvo a su hijo mientras estaba de gira en Rusia, en 1860. El pequeño bebé nació parecido a su madre, pero lamentablemente no sobrevivió y falleció días después de nacer.
Además de estar devastada por la pérdida de su único hijo, Júlia sufrió complicaciones posparto y también murió cinco días después.
Incluso después de su muerte, su imagen no recibió el respeto que merecía. Lent, su marido, vendió a Julia y el cuerpo del bebé. Posteriormente, los cuerpos fueron llevados a la Universidad de Moscú, donde fueron embalsamados para poder exhibirlos en museos y galerías.
Así, durante décadas, los cuerpos de Julia Pastrana y su hijo fueron expuestos uno al lado del otro por la Europa y Estados Unidos, continuando el espectáculo de terror que acompañó la trayectoria de artista.
Apenas en febrero de 2013, Julia fue enterrada en Sinaloa, su ciudad natal en México. Los cuerpos de la honorable mujer y de su hijo sólo tuvieron un merecido descanso tras el movimiento de los políticos, Activistas y artistas mexicanos que lucharon para que ella recibiera este honor, aunque sea en un tarde.
¡Descansa en paz, Julia!